Ayer no te dejaron entrar en aquella agrupación coral. Dijeron que no eras válido para cantar. Pero el maestro del Coro de la Catedral de Liverpool te hizo un favor.
Un no fue un si.
Te empleaste a fondo con la guitarra y la música agradeció tu entrega incondicional regalándote oropeles de dicha.
Ella te buscaba para abrazarte con la fragancia de cadencias eternas.
Y el rechazo del maestro fue una oportunidad.
Dijeron que no tenías oído pero te convertiste en uno de los mejores músicos de todos los tiempos. Número 1 y eso que aún no has muerto. La muerte te hará aún más grande. Así es la vida. Hay que desaparecer para que las luces de neón brillen y las campanas redoblen en honor de los que exhalan el último aliento. Suena una banda que pagó con muchas sangre el precio de una fama. Ringo, John y George te esperan en el escenario prestos a provocar gritos de histeria que harán historia.
La fama con sangre entra.Bravo Sir Paul McCarney.
Ese planeta que lleva tu nombre y el universo a tus pies.
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