martes, 17 de agosto de 2021

CARTA DE UN ARCHICONOCIDO

 

Yo le quería con poco alma. Como se quiere a quien no se ve. Pero su presencia era habitual, tanto que a fuerza de tenerlo me acostumbré a ignorar su ausencia. Latía perenne, oculto en las sombras. De vez en cuando una carta me recordaba que debíamos volver a vernos. Y entonces volvía a inquietarme con su presencia montañosa. Incómodo huésped cavernícola. Una relación correcta pero distante. Nos acostumbramos el uno al otro de la misma manera que se acostumbran los ingleses a prescindir del azul del cielo en el nebuloso Londres, o que los franceses aceptan con estoicismo que Nadal les arrebate el Roland Garros.

El y yo. Siempre juntos.

Pero una fría mañana de abril llegó la noticia.

Fatídica.

La separación era inminente.

No podíamos permanecer juntos. 

Quizá la culpa fuera mi distante indiferencia.

Poca atención.

Hubiera necesitado un poco más de ocupación. Tal vez una dosis más de anhelante preocupación.

Quien sabe si decidirá vengarse.

Mujer ingrata. No supiste darme lo que te pedí siempre. Desesperación, lágrimas, más atenciones, visitas a la privada, conversaciones en el café. Fotos en las redes sociales. Más búsquedas en internet.

Cualquier mujer lo hubiera hecho. Pero tú, desagradecida, ingrata orgullosa, siempre me ignoraste.

Nunca fui nada para ti. Ya lo sé. Te reías de mi a mis espaldas. Bromeabas sobre mi tamaño. Ni siquiera me dedicaste una de tus columnas. Prevención, mujer, Salud. No se, algo se te hubiera ocurrido.

Así que ahora sufrirás las penas de la incertidumbre.

Yo me iré. Pero tú sufrirás alojada en el peor hotel que recordarás en tu vida.

Sin respiración, lo sabes.

Soportando que te hurguen a conciencia allí donde menos deberían.

En el filo de la navaja.

Y luego te reirás.

Yo quería drama, solo drama y tú solo me diste carcajada y guasa.

Ingrata. 

Sufre ahora por ello.

Firmado: el inquilino de la izquierda. 

Pd. Me iré sin pena. No soy rencoroso. Que te dejen linda. Rasita. Como una llanura esteparia. Pero bonita.

lunes, 16 de agosto de 2021

Niño y canica

 


Dejaste que escapara,


como canica juguetona


en el bolso del travieso niño


que retoza en el filo.


Y te hiciste de espuma


y de mar y de arena blanca.


De lejos escucho el viento


entre los acantilados,


versos de bruma y nieve


enredados en el tiempo.


Niño de versos, besos y  espumas, 


Niño de viento y tiempo.


Violeta Stein

LO QUE NOS DIO LA GANA