viernes, 31 de enero de 2020

DIOS, ELLOS Y TÚ.

Dios, ellos y tu.



Cuando tengas que enseñarles, dirígete a ellos pensando en el alumno que más dificultades tenga. Concéntrate en aquel del fondo que te mira con cara de perplejidad como si acabara de aterrizar recién llegado de  un planeta desconocido. Ese que tiene cierto aire de abandono y desafección. Es el que más te necesita.
Era un consejo que San Juan Bosco, cuya festividad hoy conmemoramos, daba a los que deseaban dedicarse, como él, a la noble tarea de formar en ciencia y conciencia a los jóvenes. 
Los diversos ritmos de aprendizaje de nuestros  alumnos urgen que nos acompasemos a ellos. A cada uno en su singularidad,  integrándoles en la diversidad y multiculturalidad. Cuesta tanto  que se concentren, sobre todos algunos. Hay demasiadas variables que influyen  en su aprendizaje y no todas igualmente beneficiosas  y tantos asuntos que les ocupan y distraen. A veces sus desgarros son tan patentes…
En ocasiones es necesario aparcar el libro y concentrarse en sus angustias . Esos asuntos que a los 15 años, por nimios que nos parezcan en ocasiones, para ellos constituyen un mundo. Las peleas con los amigos, los comentarios de los profesores, que no siempre atinamos en nuestros métodos educativos, la violencia, el desapego de sus familias que en ocasiones se despreocupan y dejan que maduren a la intemperie,  y esta sociedad digital meteórica que a menudo les deseduca con su implacable tiranía plagada de imágenes disparadas a bocajarro.
Trabajar con personas que se están gestando formando su personalidad entraña, como decía un sabio profesor, descalzarse para poder entrar de lleno en sus almas y aplicar la cirugía de la comprensión que sana y cauteriza las heridas del desarraigo. Solo desde el corazón es posible llegarles. Les hemos convertido a todos ellos, en personas altamente sensibles.Por eso resulta necesario  trabajar la  educación emocional en el Aula  llevándola  hasta las últimas consecuencias. Título este de un capitulo del libro  de mi buen amigo Miguel Ángel Cercas.

“Por último, me centré en las personas, hasta quedarme completamente solo”. 

Bueno, Miguel, solo solo, no del todo, porque a fin de cuentas siempre andáis en pareja cómplice Dios y tú.

viernes, 24 de enero de 2020

LOS DEL OSITO


PERIODISMO Y VERDAD

   
  Los cínicos no sirven para este oficio. O al menos eso decía el célebre reportero de guerra polaco Ryszard Kapuściński, referente  del periodismo, quien plasmó  sus reflexiones en un interesante libro titulado “Encuentro  con el Otro”. Recopilación de una serie de conferencias que nacen de su experiencia profesional y de una íntima preocupación que le impulsa  a buscar el rostro individual del ser humano en medio de los conflictos que le diluyen. Kapuchinsky reflexiona del siguiente modo:  El miembro de la sociedad de masas se caracterizará por el anonimato, la falta de vínculos sociales, la indiferencia hacia el Otro y –a causa de su desarraigo cultural– su impotencia frente al mal y su disposición a cometerlo él mismo. Y añade: “¡Detente! Junto a ti hay otro ser humano. Ve a su encuentro, pues en ese encuentro reside la mayor vivencia, la experiencia más importante. Mírale a la cara. Él te la ofrece, y al hacerlo te transmite su ser. Más aún: te acerca a Dios.” 

    Ese Dios tan humano que se encarnó en un niño que dio sus primeros pasos en el exilio egipcio donde hubo de huir de los idus herodianos. Este domingo celebraremos la infancia misionera con Jesús a Egipto siempre en marcha, y también siempre perseguido.

    Decía Monseñor Óscar Romero que la verdad siempre es perseguida, por esos debe ser complejo asumirla y transmitirla y más en estos tiempos convulsos donde prolifera tanta noticia falsa detrás  de titulares gancho que, en lugar de informar intoxican o en esos platos televisivos donde desfilan el escarnio y la carroña. 

    Pero como dice el periodista leonés Carlos Fidalgo flamante ganador del premio Letras del Mediterráneo 2020, el periodismo ha dejado tan buenos ejemplos de su buen hacer que es necesario acotarlo. Podemos realzar así la interesante labor de San Marcos, cuyo quirúrgico relato evangélico nos acercan al más depurado estilo de reportero gráfico, Truman Capote,  o los premios Nobel García Márquez o Svetlana Alexievich. Hoy es San Francisco de Sales el patrono de los periodistas . Feliz fiesta para mi compañero José María y    para todos los periodistas de esta casa y de las casas vecinas. Y un consejo de otro ilustre del oficio, el gran Machado: Tu verdad no; la verdad y ven conmigo a buscarla. La tuya guárdatela. 

viernes, 17 de enero de 2020

POR UNA CABEZA



¡AY SANTICO!¿DÓNDE TE PONDRÉ?


 Hoy es día grande para los animales. Fiesta de San Antón. Toca  bendición habitual hisopo en mano para asperjar por igual a ganados y mascotas. 
Pero….¿Cuál es el motivo para tan honrosa ceremonia? ¿Acaso será  porque tienen alma los animales?


A comienzos de los 90 el  Papa Juan Pablo II asombró al mundo proclamando que “los animales poseen un alma y los seres humanos deben amar y sentirse solidarios con nuestros hermanos menores”. Aseguró incluso que todos los animales son “fruto de la acción creadora del Espíritu Santo y merecen respeto” pues están “tan cerca de Dios como lo están los humanos”
Pero... ¿quién era San Antón? También conocido como San Antonio Abad, nació a mediados del siglo III d.C. Fue un monje cristiano y fundador del movimiento eremético. El relato de su vida es una mezcla entre realidad y leyenda. Tras quedar huérfano muy joven se sabe que abandonó sus bienes para llevar una existencia de ermitaño. Se cuenta que en una ocasión se le acercó una jabalina con sus rayones cieguines y San Antón los curó. La jabalina  ,agradecida,  ya no se separó más de su lado y se convirtió en su custodia y protectora. Es ese el motivo por el que se le representa con un cerdo a sus pies.

Cuentan que alcanzó los 105 años de edad y también se le conoce con el apodo de «el huevero” pero no porque sea un metomentodo ¿eh? 
Dicen  que por san Antón, la gallina ‘pon’, así que  ‘pitas’ manos al corral porque hay que  abastecer la despensa para afrontar la repostería carnavalera, que tanto no queda.

 «Por san Antón, pues,  huevos a montón» . Otra buena noticia es que a partir de hoy bajan  las nieblas o por lo menos eso reza el refranero, «Después de san Antón, ninguna niebla llega a las dos» o «san Antón, frío y tristón, lleva las nieblas a un rincón». No hay santo en el santoral que pueda competir con san Antón en refranes y chanzas. Y que nadie lo olvide: «De los santicos de enero, san Ildefonso el primero; detente, detente, que primero es san Vicente; detente, bruto, que primero es san Canuto; detente, varón, que primero que es san Antón».
Ay santico. Dónde te pondré.

lunes, 13 de enero de 2020

EPITAFIO PARA UN ABETO MUERTO


Epitafio a un abeto talado.



No quiero ir a no ver nada.
Cicatriz gigante
zurcido en tierra
arrancado a pulso.
Tierra descarnada
que tragaste voraz 
las pisadas de los recuerdos
hendidos entre las rendijas
de polvo  yermo.
Lágrimas pétreas 
parásitos de alma.
Sombría tierra
estéril de juegos,
pasto de hastío 
sombra lúgubre 
de funesto augurio.
Ya no habrá sombras
que aligeren
ni brisas
que inciensen.
Ya no habrá píos
que evoquen.
Ni piñas
que jueguen a ser
cigüeñas.
Y en la hondonada
de la montañas
una niña llorará
porque no tiene donde cobijarse.
La cordura
consiguió el trofeo.
Te arrancaron 
y dejaron 
boquete
penoso
sin 
Fe.
No quiero ir a no ver nada.

EN LA 216



SUCEDIÓ EN LA 216

Por Marta Redondo.
Para Iglesia en León.
Segunda quincena de enero de 2020.

Las buenas relaciones de vecindad propician que los discentes de las clases de al lado  visiten, de vez en cuando, y  con confianza,  la 216. El aula donde impartimos Religión Católica. 
Se acercó aquel muchacho repeinado. Ojos oscuros. Mirada huidiza.
Y se quedó mirando para  un compañero que, ya sentado en su mesa, se disponía a sacar el material. El observado era uno de los dos muchachos marroquíes que este año se han matriculado en Católica.
.- Pero ¿tú que haces ahí si eres moro?
Intervine pronto. Los adolescentes rezuman  deliciosa espontaneidad pero a veces si no se les corta a tiempo,  puede estallar la guerra.
.- Ya hijo. Él musulmán,  yo cristiana. Y aquí andamos. De lo más entretenidos…¿algún problema?
.- No. Ninguno. 
.- Entonces...¿por qué estamos discutiendo?
El muchacho, encogiéndose de hombros, regresó a la nave nodriza, es decir, a su clase de referencia.
Al pronto entró otro alumno. Sabía que está matriculado en  evangélica. Llevaba un rosario azul eléctrico a modo de collar. 
El profesor de la clase de al lado no acababa de llegar y yo ya quería empezar la mía. 
Pero reconozco que siento cierta debilidad por esos vecinos.  En algunos de ellos, seguramente sean figuraciones mías, atisbo cierto sesgo de orfandad.
Me percaté de algo que asomaba por debajo de los cuellos de su camisa.
.- ¿y tú por qué llevas un rosario si eres evangélico?.
.- Ya pero mira - dijo exhibiéndomelo - he quitado al Cristo de la cruz .
.- Ya pero ¿y la Virgen?
En el centro estaba la imagen de la Madre. Era un pequeño relieve de la Virgen del Carmen.
.- Bueno, la voy a tapar con un rotulador.
En esto intervino Bilal, uno de esos alumnos musulmanes que estaba en mi clase.
.- Pero ¿cómo puedes decir eso de la Madre de Jesús?
Y el muchacho evangélico se quedó un tanto extrañado...
Católicos, musulmanes, evangélicos.
Un mosaico matutino en la 216. 
Aprendiendo unos de otros.
Confieso que esos dos alumnos musulmanes que este año se han dejado caer por mis clases de Religión Católica de cuarto de ESO me tienen absolutamente fascinada.

viernes, 10 de enero de 2020

EL CAMINO OLVIDADO



BIOGRAFÍA DE UN RETORNO




   Finalizadas ya las fiestas navideñas, que no el tiempo de navidad que concluirá este domingo con el Bautismo de Jesús. Mientras observamos los esqueletos  vegetales de abetos rebosando  contenedores, a la par que retiramos adornos y espumillones y devolvemos a la hibernación a las figuras de  nuestros belenes. En tanto reorganizamos menús familiares retornando a la verdura salvadora y  confeccionamos también nuestro listado de buenos propósitos para este recién estrenado 2020, puede  ser buen empeño  replantearnos recuperar  nuestra espiritualidad. 

     Leía el pasado sábado en el ABC cultural una entrevista que le hacían al sacerdote escritor  Pablo D’ors autor del célebre ensayo Biografía del silencio,  un homenaje a Charles de Foucauld, explorador de Marruecos y ermitaño en el Sahara, de quien se considera hijo espiritual. De esta obra  se han vendido hasta la fecha más de 150.00 ejemplares y va ya por la vigésimo tercera edición. Su lectura, altamente recomendable,  es un autentico bálsamo para el alma. Debemos mirar en nuestro interior, aconseja. Iniciar el camino hacia nosotros mismos apartarnos de vez en cuando de la algarabía del mundo. Ello  nos ayudará a purgar tantos apegos innecesarios. Ningún hombre -asegura- se perderá irremediablemente si frecuenta su conciencia y viaja por su territorio interior,  ese reducto en el que podemos sentirnos seguros. Esa tierra prometida que habita en nosotros. Vaciarnos de todo lo superficial para abandonarnos en las manos de  Dios. Iniciar un camino que entraña en ese peregrinaje su propia meta. Porque ponerse en camino, recomenzar, ya es una recompensa. El sosiego  que anhelamos porque es consustancial a nosotros mismos. En soledad silente  llegamos  y callados será como retornemos al que infundió en nosotros su hálito vivificador. El silencio nos ayuda a vaciarnos dándonos la permeabilidad necesaria para aceptar el devenir que es siempre lo mejor que puede sucedernos. Y el vacío de si, el olvido de uno mismo, está en proporción directa con el amor a los demás.  El camino de la meditación, asegura Pablo supone la ruptura de nuestros esquemas mentales o prejuicios. Cinco minutos al día, diez, quince. Lo que nos permitan nuestros derroteros cotidianos.  



    Solo en lo que está vacío y es puro puede entrar Dios. Por eso, escribe Dor’s, entró Jesucristo en el seno virginal de María. Estamos llamados a esta fecunda virginidad espiritual.
Enderecemos  el rumbo. Siempre es tiempo de reescribir la biografía de un retorno, del nuestro.

domingo, 5 de enero de 2020

UN RECUERDO REGIO

Un texto de infancia que me enseñaron y recité siendo niña en una obra navideña que representamos en el cole. Esperemos que hoy SSMM lleguen sin problemas a todos los hogares y que nos traigan no lo que queramos, sino lo que de verdad necesitamos, que no siempre coincide.



El camello cojito
Por Gloria Fuertes.




El camello se pinchó
Con un cardo en el camino
Y el mecánico Melchor
Le dio vino.


 
Baltasar fue a repostar
Más allá del quinto pino...
E intranquilo el gran Melchor
Consultaba su “Longinos”.
 
—¡No llegamos,
no llegamos
y el Santo Parto ha venido!
 
—son las doce y tres minutos
y tres reyes se han perdido—.
 
El camello cojeando
Más medio muerto que vivo
Va espeluchando su felpa
Entre los troncos de olivos.


 
Acercándose a Gaspar,
Melchor le dijo al oído:
—Vaya birria de camello
que en Oriente te han vendido.
 
A la entrada de Belén
Al camello le dio hipo.
¡Ay, qué tristeza tan grande
con su belfo y en su hipo!
 
Se iba cayendo la mirra
A lo largo del camino,
Baltasar lleva los cofres,
Melchor empujaba al bicho.
 
Y a las tantas ya del alba
—ya cantaban pajaritos—
los tres reyes se quedaron
boquiabiertos e indecisos,
oyendo hablar como a un Hombre
a un Niño recién nacido.
 
—No quiero oro ni incienso
ni esos tesoros tan fríos,
quiero al camello, le quiero.
Le quiero, repitió el Niño.


 
A pie vuelven los tres reyes
Cabizbajos y afligidos.
Mientras el camello echado
Le hace cosquillas al Niño.





viernes, 3 de enero de 2020

LA DE LOS TRISTES DESTINOS


POR CARIDAD, ¡QUE ES JESÚS!



Me desolaba pensar  en los   tiernos miembros de aquel niño semidesnudo, ateridos de frío en plena noche invernal. Su helada nariz. Los sabañones de sus dedines. Tiritando. Sin abrigo ninguno del que echar mano.
 Desamparado e ignorado por un pueblo deshumanizado e  impasible ante su  miseria. Un pueblo que, pese a tanta lucecita,  languidecía de  desapego  en la  fría desvinculación del que tiene    hibernado  el alma. 
Porque en esta tierra ya no hay Caridad.
Era un villancico que escuchaba en el coche cuando viajaba de un lado a otro con mis padres. Una cinta de La Braña que compramos un domingo con uno de los  periódicos  locales.  En  ella  el célebre grupo de folk leonés desgranaba parte de un  romancero navideño.  Villancicos procedentes de distintas zonas de España. Casi todas  tonadas alegres. Menos aquella tradicional gallega que comenzaba con una música lejana, que no era de zambomba, pandereta o almirez. Era como un lamento de gaita triste.
 Imaginaba la escena y se me quitaban las ganas de cantar.
El romance hablaba de una  niña que le decía a su madre que en la calle había un hermoso niño que debía de estar muerto de frío porque el pobre venía en cueros. Y a nadie parecía importarle demasiado. O al menos eso pensaba yo.
Pero ahora que lo repienso debí haberme fijado más en la actitud de la empática niña y de la piadosa progenitora que se compadecieron  del gélido estado del pequeño dejándole entrar en su casa para calentarse. Siempre hay gente buena.
Una vez que el pequeño entraba  en calor la mujer se interesaba por la familia del desamparado y surgían las preguntas:
¿De qué tierra y barrio eres pequeño?
Mi padre es del cielo, mi madre también.
Yo bajé a la tierra para padecer.
Entonces, la mujer entre el asombro y la  lástima, y conmovida por el santo origen de tan divino huésped, le pide a su hija que le prepare un lecho digno de tan celestial alcurnia mas el niño, con la determinación de la autoridad le contesta: “No me la haga usted señora, que mi cama es un rincón “”Mi cama es el suelo desde que nací “Hasta que me muera ha de ser así”
Compartir el destino de los más pobres de la tierra. Ese fue su propósito. Siempre lo tuvo claro. De Él celebramos hoy una entrañable fiesta. La de su Santísimo Nombre. Por Caridad, abrámosle  las puertas, ¡que es Jesús!

LO QUE NOS DIO LA GANA