Belleza. Quiero captarte en esos instantes para apropiarme de un poco de eternidad...
viernes, 24 de abril de 2020
jueves, 23 de abril de 2020
Libr a me Señor.
De los insufribles laberintos de palabras vanas líbranos Señor.
De los dictámenes de necios que aspiran a doctores doctos líbranos Señor.
De los días sin letras y las nubes sin sol
de un amanecer sin ti.
Del césped desnudo
y los días sin trinos
del silencio impuesto
y la desesperanza
del hastío
y el recelo.
D mí
algunas
veces
Líbrame Señor.
PASEO
A primera hora de la mañana las persianas guardianas tirotean al alba y a los paseantes que vulneran normas.
Los confinados se rebelan frente al hastío. Miradas recelosas pretenden incautar la calle de revoltosos.
De vez en cuanto se escuchan pisadas de muchos que atenazan las ganas.
Miradas inquisidoras.
Los pájaros siguen cantando ignorantes del drama que acecha al gentío.
Un niño cuelga una bandera en su terraza. Su padre preso predica la independencia de un pueblo que aún no ha asumido que el instinto territorial es vano.
Nada más. Solo pesa la humanidad. Ahora doliente, Y ausente...de la Vida.
AL PRINCIPIO
Todo vuelve al principio.
Como la carcoma de los sueñosque devuelve al iluso
a su estado original.
De quimeras estériles
que imaginan
horizontes falsos.
La inverosimilitud de lo absurdo
la certeza de la nada
el verso roto
que pisotearon las patas
torpes de un pájaro
que cantó destemplado
a destiempo.
Cae la tarde
y con ella los últimos girones
de una nube a destiempo
que un día fue rocío
en naciente hoja verde.
Todo vuelve al principio.
Sueño, verso, nube, hoja.
domingo, 19 de abril de 2020
ELEGÍA DEL CONFINADO.
El perro es el mejor amigo del confinado.
Los balcones....también.
Los sueños hibernados tras
los planes trastocados.
Vuelve el extraperlo
Ay que verlo para creerlo.
Miramos anonadados
un mundo que se desploma
por un virus que es la carcoma
de los pulmones gastados.
Nuestros mayores agotados.
Ni un beso
en la cara del preso
que permanece oculto y en penumbra
tras una ventana que se vislumbra
perdida en un futuro incierto.
El niño colgó un arcoiriris
pronto volverán los parques.
Un aplauso roto
al viento por los que no descansan.
Una lágrima se desliza
tras los párpados cansados.
Seguimos los confinados,
gimiendo y llorando en un sueño de lágrimas,
que empieza a ser perpetuo.
En la calle a lo lejos
se escucha
un ladrido abandonado, o tal vez sea una sirena que aúlla
detrás de un pobre desgraciadoque ya no estará confinado
finado.
viernes, 17 de abril de 2020
lunes, 13 de abril de 2020
AT THE END OF THE TUNNEL
Tenían un halo misterioso e inesperado que le daba a la carretera un toque de novela gótica.
Eso de que repente se ensombreciera el ambiente y quedáramos atrapados por una sobrecogedora oscuridad. Aquella solo violentada por las inoportunas luces de cruce de los vehículos kamikaces que turbaban la perturbadora penumbra.
Surgían tinieblas asfaltadas que me sobrecogían a la par que producían un efecto hipnótico que no podría explicar. Incitan a la velocidad, aun cuando esta se halle restringida.
Con el tiempo hube de reconsiderar tan lunáticas consideraciones. Lloraban cuando entrábamos en un túnel. Yo les decía que cantaran conmigo una canción de esas simplonas que los padres inventamos en momentos límites cuando el resto de recursos resultan inútiles. Empezábamos bajito canturreando “ de nochones, de nochones, de nochones...” y seguíamos repitiendo la misma expresión hasta que vislumbrábamos en lontananza los tímidos reflejos de una luz segura. Era entonces cuando aliviados exclamábamos ¡de díaaaaaaa!
Hoy descubrí una canción de Andrew Lloyd Webber, el genio de los musicales.
Forma parte del musical Starlight Express , calificada en su día con la obra de teatro más peligrosa del mundo ya que los actores deben actuar y cantar mientras patinan a casi 60 km/h. Las carreras, choques y piruetas ocurren en tiempo real por lo que los intérpretes sufren continuas lesiones durante las actuaciones. Interpretan una canción rítmica y animada que hubiera podido cantarles a mis hijas durante aquellos largos túneles.
Como el que estamos atravesando ahora mismo y del que vislumbramos, aunque no sabemos cuándo, la luz.
Como el que estamos atravesando ahora mismo y del que vislumbramos, aunque no sabemos cuándo, la luz.
sábado, 11 de abril de 2020
ANTONIO, MI QUERIDO PROFESOR
Siempre he querido ser como tú.
Ahora me he dado cuenta.
Cuando siento un profundo dolor por tu partida.
Una partida anunciada y significativa.
Porque te has ido el mismo día que se fue Él.
No es el discípulo menos que su Maestro y hasta en eso fuiste capaz de emularle. Seguiste sus pasos incluso al pie del sepulcro.
Querido Maestro. Maestro bueno que sembraste en mi corazón anhelos de eternidad.
Recuerdo aquellas clases de Religión en séptimo y octavo de EGB. Cuando trazabas el mapa de Palestina en el encerado. La tiza se deslizaba segura sobre el verde espacio dibujando esperanzas acompasadas con el ritmo timbrado de tu voz serena y firme. Nunca olvidaré aquella clase en la que nos contaste él misterioso modo en que aquel pastor encontró los legajos escondidos en la cueva de Qumrán. El primer evangelio. Y cuando relatabas el modo cercano en que Jesús trataba a su Padre al que llamaba abba, como los niños llamaban de pequeñines a sus padres “papaíto”.
¡Cuántas veces intento emularte siendo con mis alumnos como tú eras en clase!, hablando con la misma autoridad. Pero confieso como dijo el Bautista a los pies de su Señor, que no soy digna de descalzarte el cordón de los zapatos. Porque tú eras un sabio Antonio. Cuando hablabas tus palabras dibujaban escenarios y horizontes de esperanza. Hablabas un lenguaje cercano a la par que erudito, escucharte era siempre acercarse al infinito, trazabas un Dios cercano, un Jesús humano como siempre te gustaba decir “leyendo los signos de los tiempos”. Y ese peculiar sentido del humor en las Semanas de Pastoral cuando bromeabas diciendo aquello de que “la iglesia y la tecnología siempre andan a la gresca” .
León pierde un heraldo, un sabio, un hombre bueno. Comunicador infatigable, compañero de programa. A menudo , los viernes, después del programa de COPE, hablábamos José María Martínez y yo de la evolución de tu enfermedad. Él también sentirá un dolor como el mío, quizá mayor. Estabais a diario codo con codo en el Obispado.
Sin duda eres el mejor profesor que tuve nunca porque no transmitías conocimientos sino vida. Conjugabas el verbo trazando siempre el paraíso. Ese mismo al que te estarás dirigiendo ahora, a pocas horas de la vigilia Pascual.
Gracias maestro Antonio, me quedo con esos inmensos ojos azules del color del mar de Galilea, aquel en el que faenaba el pescador de hombres que un día te dijo “Ven y sígueme”. Ahí está a la otra orilla esperando a que llegues pronto. Este año ya no predicarás camino de Emaús porque te fuiste con el mismo que aseguró al buen ladrón: “te aseguro que hoy estarás conmigo en el paraíso”.
Profe, acuérdate de mí cuando hoy entres en el Reino de los cielos.
Profe, acuérdate de mí cuando hoy entres en el Reino de los cielos.
Te quiero, profe. Ojalá hubiera podido decírtelo. Gracias por transmitirme la fe y por aquellas eucaristías que nos sabían a gloria. En las que nunca se aburría nadie.
Quisiera haberte escrito con retórica cuidada, digna de tu altura. Una hermosa elegía. Pero no tengo fuerzas, la pena me acongoja en medio de toda esta tristeza que nos rodea.
Tu no querrías que tú alumna llorara...significaría no haber asimilado tus enseñanzas.
Pero el dolor es tan libre...
Tu no querrías que tú alumna llorara...significaría no haber asimilado tus enseñanzas.
Pero el dolor es tan libre...
PD. Gracias también por decirle aquel día a aquella gente que siempre quisiste tener una hija como yo. De alguna manera también fuiste un poco mi padre. Si soy profesora de Religión en parte se debe a ti. Que Dios te acoja en su regazo y te premie por todo lo bueno que hiciste que fue mucho. Puedo dar testimonio de ello.
viernes, 10 de abril de 2020
VIERNES SANTO
Viernes Santo.
La Corona de espinas
viene de la mano de
de una pandemia
que asola el mundo
y lo llena de seres anónimos
que mueren sin los suyos.
Los clavos de la indolencia,
las bofetadas de la indiferencia,
los azotes de la inconsciencia,
el grito callado de la nada
que permanece oculta entre las ventanas.
Señor, apiádate de mí
que soy una pecadora.
Pueblo mío
¿Qué te he hecho?
¿En qué te he ofendido?
Respóndeme.
Hiciste una cruz.
Ahora la padecerás.
Clavados contigo
estamos todos.
Enséñanos a aceptar
tu voluntad
detrás de las lágrimas de impotencia.
Pedro, Juan, Tomás.
Mateo, Andrés y Felipe
Los Judas y San Bartolomé,
los dos Santiagos, Simón.
Aciago este día de luto en la tierra.
Nos unimos, forzados, a tu dolor.
Comprenderemos que es la escuela del amor.
Hoy es un triste día.
Dame la mano, María.
jueves, 9 de abril de 2020
COBI
Enfrente vive una familia con dos niños pequeñitos.
La niña tendrá unos 2 años, el niño sobre 5.
La mamá está embarazada.
Al principio no salían a aplaudir.
Ahora los niños salen siempre...y los padres detrás arrastrados por las ilusiones de los retoños.
Yo comencé a sacar al balcón un enorme perro que mis suegros trajeron de Benidorm para las niñas,
Lolo y Mariluz vinieron cargados desde allá con 2 ejemplares gigantescos de peluches cánidos. Son de esos abuelos fantásticos a los que el amor por sus nietas no les para. Bueno, Lolo ya no está en este mundo. Pero sigue cuidándolas desde el cielo.
Contorneaba el perro para darle a las salida un toque guiñolesco pero ayer decidí no sacarlo pensando que quizá ya estaría cansando al personal con la tontería.
Hoy no tenia muchas ganas de salir.
Pero lo hice por los niños.
Pienso que de alguna manera necesitan ver que no hemos perdido las ganas.
Mi sorpresa fue que hoy ellos sacaron un oso enorme. Por lo visto la tontería no lo era tanto.
Y yo volví a sacar al perrazo lacio.
Voy a llamarle Cobi, pero no por el de La Corona, sino por el de las olimpiadas de Barcelona.
Mis pequeños amigos me han prometido que van a bautizar al suyo.
martes, 7 de abril de 2020
DE REPENTE
De repente
se re inventó el lenguaje.
Y la población se dividió en esencial y no.
Y los de casa confinados pasaron a ser el problema y la solución.
Y los vecinos se hicieron reja para no ser finados.
Y los balcones batieron palmas en medio de sirenas que rugían por el asfalto.
Y algunos insultaban desde sus terrazas a los dueños de los perros.
Y aquel día mundial de la salud el mundo permanecía en cuarentena
embozado tras una mascarilla y resguardado tras unos guantes mientras en la parte de atrás
miles de cadáveres apilados esperaban a ser enterrados con un poco de suerte.
Y de repente el balcón de la otra casa se convirtió en Manhattan.
Hasta que cambiaron la cerradura porque había ocupas
y la ocupa era yo
que soñaba con la libertad desde su ventana pensando que quizá así
era un poco más libre.
Volverán las horas viajeras
a llevarnos en volandas por caminos y veredas
más allá de un hogar que es refugio y es prisión.
Y en algún hogar lloramos por los que se fueron.
¡Despertadme por Dios!
Aunque sea de repente.
LA NIÑA DE LA CARTA.
Imagen de una carta que una niña le escribió a su paciente anónimo. |
Mientras subía por aquella tediosa escalera, tan manida, transida
Tan buscada y deseada.
Mientras me revolcaba gozosa en mi propio dolor
llegó su carta,
anónima, ingenua.
Preñada de preocupación
por el enfermo anónimo
que yace solitario en un lecho huérfano
de caricias conocidas.
Nostálgico de miradas madres, padres, hijos...
que no le miman.
Solo en medio de la nada
de una enfermedad que paralizó al mundo
y mató vidas y sueños.
La niña única en su casa
única en su especie,
que sufre por el doliente
al que no conoce
pero desea la felicidad del solitario yaciente.
Mientras un solo corazón de niño
albergue tristeza por el otro
habrá esperanza
para que los sueños levanten
y revitalicen
el alma rota de un mundo perplejo
que se sacude de esta pesadilla de muerte.
Niña encerrada que enjugaste mis lágrimas
con el candor de tu carta.
Pau, la niña de la carta que convoca lágrimas de impotencia
legadas por su inocencia.
Emergió. En medio de una escalera que conducía a la nada.
La trajo una paloma mensajera blanca de bata y mascarilla verde.
La niña de la carta.
La trajo una paloma mensajera blanca de bata y mascarilla verde.
La niña de la carta.
sábado, 4 de abril de 2020
A NORMAN LE DA IGUAL
A cualquier hora puedes verle emerger.
Sibilinamente sube la escalera, con las manos vacías. Subrepticiamente. Regresa recién huido, como clandestino transeúnte que infringe reglas.
Ese rostro inexpresivo como de estar al margen.Apenas saluda, pero no por vergüenza. Nunca lo hace y menos ahora que va de vacío. Demasiada exposición.
Como el quinto de la tarde que embiste y desafía. Sin mascarilla. No quiere participar en la mascarada.
Será de los que luego se fanfarronee jugando la partida con los amigotes puro en boca.
“Ni el estado de alarma logró doblegarme”
No tiene perro pero le da igual. Se lo inventa.
Podría enfadarme pero me río. No huye del corona sino del hastío.
Norman no sabe de normas.
Ni falta que le hace.
jueves, 2 de abril de 2020
VIRUSADAS
El único legado que me ha dejado este infame bicho coronado es haber conseguido que baile cada tarde a ritmo de perreo y reguetón para asegurarme de mantener la moral alta de esta pequeñaja.
Y la sonrisa de ver en la calle más perros juntos que en toda mi vida.O la picardía de ver todos los días y a la misma hora al mismo vecino bajando las escaleras a hacer la compra semanal sin carro ni bolsa.
O que aplauda con entusiasmo solo por ver la alegría de los niños que se asoman en la ventana reclamando un poco de humanidad distinta a la que perennmente pulula por los pasillos de su interminable casa.
Ah...y nunca los cristales de la terraza estuvieron más nítidos al trasluz.😱Este virus nos coronará...sobre todo de paciencia.
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