Proclamado en el Antiguo Ayto de Matallana de Torío el 23 de noviembre.
Algunas de las ideas no son mías. Están tomadas de otro manifiestos, de otras historias, de otros duelos.
Este año la corporación municipal sorprendió con una afortunada iniciativa. Un calendario de pared dedicado a la mujer en cuya portada aparecíamos nosotras. Fotografías de mujeres residentes en distintos pueblos de nuestro municipio. Niñas, adolescentes, jóvenes, mujeres de mediana edad y en plena madurez. Rostros femeninos repletos de vida cuyos ojos hablaban de esperanza. Fue una buena idea poner en valor a la mujer rural. Empoderar nuestras miradas femeninas.
Es desolador pensar que el terror pudiera esta instalado en forma de violencia machista en cualquiera de nuestras casas. Que nuestros padres, hermanos o maridos pudieran ejercer una incomprensible superioridad imponiéndose, a ceño fruncido, con la mano abierta o el puño cerrado. El amor nunca puede ser una forma de dominación.
Hoy estamos aquí para pronunciar un no rotundo a la violencia de género.
Un mal universalizado que no se halla sujeto a fronteras alguna. Que afecta a todos los continentes y sociedades, y que castiga a todas las mujeres, sin distinción de clases, etnia o grupo de pertenencia. No hay rasgo distintivo en la víctima de violencia: el principal inconveniente es SER MUJER.
Cincuenta mujeres han sido asesinadas por sus parejas o exparejas en España en lo que va de año, la misma cifra que en todo 2018, según el balance de la Delegación del Gobierno para la Violencia de Género, actualizado a 31 de octubre.
El pasado diciembre del 2017, los distintos Grupos Parlamentarios, las Comunidades Autónomas y las Entidades Locales representadas en la Federación Española de Municipios y Provincias, ratificaron el Pacto de Estado contra la Violencia de Género. Este Pacto de Estado supuso la unión de un gran número de instituciones, organizaciones y personas expertas en la formulación de medidas para la erradicación de la violencia sobre las mujeres.
Ese pacto de estado es la razón de que hoy estemos aquí hablando de este tema que nos preocupa.
Es urgente que el gobierno y la judicatura den un paso definitivo realizando una revisión del sistema judicial y garantizando el cumplimiento de las leyes de protección dotando además a los juzgados y comisarías de fondos necesarios para garantizar la seguridad de todas las mujeres. En especial las pertenecientes a colectivos más vulnerables como las mujeres migrantes, discapacitadas, mayores o refugiadas. También debe haber una mirada especial a la mujer que reside en el entorno rural cuya lejanía a veces repercute negativamente a la hora de poder enfrentarse a situaciones de maltrato.
Pero es vital que también nosotros nos impliquemos en todo este proceso de cambio. Que las estructuras familiares y los amigos sepamos estar atentos y prestar la ayuda necesaria en forma de acogida y acompañamiento a la menor señal de alarma.
Fomentando en primer lugar la igualdad. Esta es la mayor inversión que podemos hacer para evitar cualquier tipo de violencia. Empezando desde las primeras etapas de la escuela.
Un paso clave es saber detectarla. Ante aquellas conductas, gestos o comentarios que menosprecian los sentimientos de la pareja, los insultos, amenazas o controles sobre ella, muestras de una relación sin respeto ni confianza, o el desprecio hacia las mujeres.
Debemos reaccionar tanto víctimas como espectadores. No siempre la maltratada tiene fuerzas o valor suficiente para hacerlo. Implicarse es una obligación moral.
La otra actitud es apoyar y reaccionar. Este tipo de violencia es muy compleja, así que puedes llamar al 016 para saber cómo actuar adecuadamente si piensas que en tu entorno hay alguien que la sufre.
Hace tan solo unos días trabajaba con mis alumnos en clase. El ejercicio era sencillo. Imagínate – les decía- que una amiga tuya te cuenta que su novio la maltrata. Sin dejarme acabar se alzó una mano que me dijo: profe no hace falta que nos imaginemos nada. A una alumna tuya la están pegando. Y comenzó a contarme una historia con todos los tópicos: golpes, amenaza de envío de fotos comprometidas, control de móvil y amistades, peticiones de perdón con desproporcionados regalos, y vuelta a los golpes.
Hay que acabar con el silencio en torno a esta problemática. La sensibilización y prevención se hacen esenciales. La sociedad debe concienciarse del daño y las consecuencias que genera la desigualdad de género y la violencia hacia las mujeres, y entender cómo su vida y la de sus hijos e hijas se ve afectada.
La violencia de género no puede considerarse un problema exclusivo de la esfera privada de las mujeres.
La finalidad de este manifiesto es mostrar nuestro rechazo a la violencia de género y sugerir estrategias para una buena convivencia, basados en la igual dignidad entre sexos, asumiendo estos compromisos:
1. Consideraré que las personas, hombres y mujeres, somos iguales en derechos, en capacidad de decisión, en oportunidades para elegir.
2. Rechazaré todas las acciones, comentarios y chistes que trivialicen la discriminación de las mujeres y que denigren la imagen de las mujeres.
3. Enjuiciaré los discursos sexistas y/o violentos difundidos por los medios de comunicación.
4. Promoveré una educación igualitaria, en mi entorno más cercano, apostando por juguetes y juegos que acerquen y enriquezcan a niños y niñas y no perpetúen los roles discriminatorios por los que el cuidado y la pasividad se asigna a las mujeres y la inteligencia y la acción a los hombres.
5. Seré libre para decidir mi vida sin que ser hombre y mujer me impida elegir lo que deseo, promoviendo la eliminación de los estereotipos femeninos y masculinos.
6. Compartiré solidariamente las tareas domésticas y el cuidado propio y el de las personas, ganando así autonomía y disfrutando del afecto de quienes queremos.
7. Resolveré los conflictos de manera no violenta.
8. Mostraré mi apoyo y solidaridad a las mujeres que sean víctimas de violencia de género
9. Participaré activamente para erradicar las mentalidades que perpetúan una discriminación de las mujeres en la sociedad, trabajando activamente por la igualdad.
No nos callemos porque como reza el poema de Miguel Hernández
No hay lucha que se sostenga.
Ni beso, ni vida, ni duelo.
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