domingo, 27 de diciembre de 2009

Fiesta de la Familia – Un estracto de la homilía del Cardenal Rouco Misa Familia 2009


(...)Pero hay otro aspecto aún más grave y fundamental, que se refiere al amor conyugal como fuente de la vida: hablo del respeto absoluto a la vida humana, que ninguna persona o institución, privada o pública, puede ignorar. Por ello, quien negara la defensa a la persona humana más inocente y débil, a la persona humana ya concebida aunque todavía no nacida, cometería una gravísima violación del orden moral. Nunca se puede legitimar la muerte de un inocente. Se minaría el mismo fundamento de la sociedad.”

Benedicto XVI nos enseña hoy, en medio de una crisis socio-económica generalizada, un cuarto de siglo después de la homilía de la Plaza de Lima, en su Encíclica “Cáritas in Veritate”: “La apertura moralmente responsable a la vida es una riqueza social y económica… Por eso, se convierte en una necesidad social, e incluso económica, seguir proponiendo a las nuevas generaciones la hermosura de la familia y del matrimonio, su sintonía con las exigencias más profundas del corazón y de la dignidad de la persona. En esta perspectiva, los estados están llamados a establecer políticas que promuevan la centralidad y la integridad de la familia, fundada en el matrimonio entre un hombre y una mujer, célula primordial y vital de la sociedad”.

El futuro de Europa, su futuro moral, espiritual e, incluso, biológico, pasa por la familia realizada en su primordial y plena verdad. ¡El futuro de Europa pasa por vosotras, queridas familias cristianas!

Habéis recibido el gran don de poder vivir vuestro matrimonio y vuestra familia cristianamente, siguiendo el modelo de la Familia de Nazareth, y, con el don, una grande y hermosa tarea : la de ser testigos fieles y valientes, con obras y palabras, del Evangelio de la vida y de la familia en una grave coyuntura histórica de los pueblos de Europa, vinculados entre sí por la común herencia de sus raíces cristianas. Unidas en la Comunión de la Iglesia, alentadas y fortalecidas por la Sagrada Familia de Nazareth, por Jesús, María y José, la podréis llevar a un buen y feliz término. ¡Sí, con el gozo jubiloso de los que han descubierto y conocen que en Belén de Judá, hace dos mil años, nos nació de María, la Virgen y Doncella de Nazareth, el Mesías, el Señor, el Salvador, lo podréis!

sábado, 26 de diciembre de 2009

LA FAMILIA, PATRIMONIO COMÚN DE LA HUMANIDAD


La celebración en la Plaza de Lima de Madrid del Día de la Familia, el próximo 27 de diciembre, pertenece ya a las fechas señaladas del calendario para los católicos españoles y para los hombres y mujeres de buena voluntad. Un año más, la familia será la protagonista de un encuentro que, como ha recordado hoy monseñor Juan Antonio Reig, no se organiza ni contra nada, ni contra nadie. Todo lo contrario. Si existen legislaciones que han pretendido acabar con la realidad del matrimonio formado por la unión entre un hombre y una mujer; si se dan silencios legislativos y políticos sobre las necesidades de la familia, no sólo en España, también en Europa, la respuesta cristiana siempre ha sido la de la presencia elocuente como testimonio de apuesta por el futuro de una sociedad en paz y en bienestar.

Donde se extingue la familia empieza la marginación de lo humano, la disminución de las posibilidades de desarrollo pleno e íntegro de la persona; sea apaga la inversión en el principal recurso de la construcción social y económica, el hombre y la mujer llamados a la felicidad. Todos los esfuerzos que se hagan para expresar la belleza de la familia cristiana serán pocos. Sólo en la medida en que existan familias educadas en el amor, Europa y España serán fuertes. La sociedad es lo que son sus familias. La Iglesia nunca ha vivido al margen de la historia. Con el Día de la Familia se trata de custodiar y hacer crecer lo que ha costado construir tantos años: una civilización, la europea, que es cristiana en su raíz y en su razón, y por tanto plenamente humana.

viernes, 25 de diciembre de 2009

Del Mensaje Pascual Urbi et Orbi del Santo Padre Benedicto XVI


La luz de la primera Navidad fue como un fuego encendido en la noche. Todo alrededor estaba oscuro, mientras en la gruta resplandecía la luz verdadera «que alumbra a todo hombre» (Jn 1,9). Y, no obstante, todo sucede con sencillez y en lo escondido, según el estilo con el que Dios actúa en toda la historia de la salvación. Dios quiere ir poniendo focos de luz concretos, para dar luego claridad hasta el horizonte.La Verdad, como el Amor, que ella contiene, se enciende allí donde la luz es acogida, difundiéndose después en círculos concéntricos, casi por contacto, en los corazones y en las mentes de los que, abriéndose libremente a su resplandor, se convierten a su vez en fuentes de luz. Es la historia de la Iglesia que comienza su camino en la gruta pobre de Belén, y a través de los siglos se convierte en Pueblo y fuente de luz para la humanidad. También hoy, por medio de quienes van al encuentro del Niño Jesús, Dios sigue encendiendo fuegos en la noche del mundo, para llamar a los hombres a que reconozcan en Él el «signo» de su presencia salvadora y liberadora, extendiendo el «nosotros» de los creyentes en Cristo a toda la humanidad.
Dondequiera que haya un «nosotros» que acoge el amor de Dios, allí resplandece la luz de Cristo, incluso en las situaciones más difíciles. La Iglesia, como la Virgen María, ofrece al mundo a Jesús, el Hijo que ella misma ha recibido como un don, y que ha venido para liberar al hombre de la esclavitud del pecado. Como María, la Iglesia no tiene miedo, porque aquel Niño es su fuerza. Pero no se lo guarda para sí: lo ofrece a cuantos lo buscan con corazón sincero, a los humildes de la tierra y a los afligidos, a las víctimas de la violencia, a todos los que desean ardientemente el bien de la paz. También hoy, dirigiéndose a la familia humana profundamente marcada por una grave crisis económica, pero antes de nada de carácter moral, y por las dolorosas heridas de guerras y conflictos, la Iglesia repite con los pastores, queriendo compartir y ser fiel al hombre: «Vamos derechos a Belén» (Lc 2,15), allí encontraremos nuestra esperanza.

jueves, 24 de diciembre de 2009

ERA NOCHEBUENA


Tomado del calendario del Sagrado Corazón de Jesús.

Hace 123 años el gran poeta y dramaturgo y diplomático francés Paul Claude se sintió llamado por Dios. Era Nochebuena. Años después relataba él mismo su experiencia.

"Fui a Notre Dame de Parías para asistir a los oficios de Navidad. Yo no creía en nada, pero me parecía que en las ceremonias católicas encontraría inspiración para escribir algo...Los niños del coro vestidos de blanco estaban cantando lo que después supe que era el Magnificat. Entonces fue cuando se priodujo el acontecimiento que ha dominado toda mi vida. En un instante mi corazón fue tocado y creí. Creí con tal fuerza de adhesión, con tal agitación de todo mi ser, con una convicción tan fuerte, con tal certidumbre que no dejaba lugar a ninguna clase de duda...¡Dios existe!¿Está ahí!¿Es alguien, es un ser tan personal como yo!¡Me llama!¡Me ama!.
La misma noche de ese memorable día de Navidad tomé una Biblia y por primera vez escuché el acento de esa voz tan dulce y a la vez tan inflexible de la Sagrada Escritura que ya nunca ha dejado de resonar en mi corazón!

miércoles, 23 de diciembre de 2009

NAVIDAD


Tomado de Escritos Arvo. Artículos y conversaciones sobre fe y cultura. Año XXIX. nº 300.Diciembre 2009.

El protagonista principal de la Navidad es un niño, un bebé. No es una mujer en soledad, ni un padre, ni una estrella, ni un mito;sino un niño de carne y hueso, nacido en una familia pobre y en una situación de apuro. El hogar que Dios eligió para mirar por primera vez al mundo con ojos humanos fue un establo, una gruta. Lo que importaba era la familia: ésta es el hogar.
El hogar es el corazón del hombre, de todo hombre, no sólo de los cristianos. El hogar se constituye cuando los hombres acogen en Él a Dios y, como consecuencia a si mismos.
Todos los días son Navidad:¡Qué paradoja! La pobreza nos hace mirar a lo alto. Nieva, la Misericordia del Señor llena la tierra. En la noche cerrada hay una estrella; es para todos y es para siempre. Está señalando a una familiar pobre. Vamos a verla una vez más. Esta vez vemos los ojos abiertos del niño que "hace nuevas todas las cosas" y mira absorto al cielo, a sus padres, a una mula y a nosotros.

¡¡FELIZ NAVIDAD!!

martes, 8 de diciembre de 2009

LAICIDAD POSITIVA


Artículo de Olegario González de Cardenal publicado en ABC en octubre de 2008 con ocasión del encuenctro entre Sarkozy y Benedicto XVI


Los hombres grandes, los pensadores de visión luminosa, los políticos perspicaces miran con amor hacia delante suscitando esperanza, mientras que los hombres pequeños, los pensadores superficiales, los políticos de visión provinciana, miran sólo al pasado con rencor y al presente con desdén.
Los humanos necesitamos guías que den que pensar, ofreciéndonos metas dignificadoras y abriendo caminos a la generosidad innata en el ser humano.
París ha propiciado el encuentro de dos hombres dispuestos a hacer de la cultura y del diálogo, en libertad y aceptación recíproca, el ámbito de encuentro entre los hombres de procedencias espirituales, sociales y religiosas distintas. Benedicto XVI ha hablado del camino de la teología y de las raíces de la cultura europea. En ella los monjes han sido pioneros y pilares, de lo que el cristianismo ha aportado y puede seguir aportando a la construcción de Europa, contribuyendo a ese triple quehacer permanente: roturar los campos para que, dando pan y vino, alegren el corazón del hombre (cultivo de la tierra); alentar los dinamismos del espíritu humano, recogiendo todas las aportaciones espirituales de Israel, Roma, Grecia, mundo islámico y mundo moderno (cultura); abrir la inteligencia y el corazón a la revelación de Dios, respondiéndole en la alabanza y la creación litúrgica (culto). Buscar a Dios y acompañar al hombre, renuncia a la inmediatez de la acción y del instinto para abrirse a la dimensión de eternidad, ínsita en nosotros: tales fueron pasiones permanentes de los monjes, signos así de la mejor humanidad. «Como encinas vigilantes son, de hoja y fruto perenne», decía de ellos Montalembert. He aquí sus tres grandes lemas: buscar a Dios («quaerere Deum»: si de veras busca a Dios, pregunta el abad a quien llama a las puertas del monasterio); la divina alabanza unida al trabajo esforzado (ora et labora); acoger a cada huésped como si fuera Cristo en persona (hospites tanquam Christus suscipiantur). Todo hombre tiene que cultivar hoy una dimensión monástica: interioridad, oración y silencio, con abertura a un Absoluto de amor, si quiere preservar su dignidad personal de la trivialización, la rutina y la desesperanza.
En el solar de Europa están vivas esas semillas y raíces monásticas. De ellas nació el amor a la palabra y a la Escritura, al arte del libro y su lectura. La crítica textual, la filología, la hermenéutica nacieron de la pasión por entender la Biblia, y a la vez que ella por entender a Homero, Platón, Virgilio y Cicerón. del hombre.(...)
Más innovadoras que el discurso del Papa, reasumiendo ideas familiares desde los comienzos de su pontificado sobre la necesaria correlación entre fe y razón como único camino para superar fundamentalismos y relativismos mortales, son las palabras de Sarkozy: proclamación de una nueva manera de establecer la relación entre la República francesa y las religiones. Partiendo de las palabras primigenias: libertad, igualdad, fraternidad, y para ser fiel hasta el final a ellas quiere acoger e integrar todas las aportaciones de la sociedad, que respetan los derechos humanos, aceptan la división de órdenes de realidad y están dispuestas a integrarse en un sistema de libertades y deberes cívicos.
Sarkozy ha tenido el coraje de enumerar los problemas comunes a todos hoy: la crisis de sentido, de la familia, de la democracia, del medio ambiente. Por ello después de felicitar al Papa como «hombre de convicciones, de saber y de diálogo» afirma que en la sala del antiguo monasterio cisterciense donde tenía lugar el encuentro, estaban representadas todas las fuerzas, grupos y movimientos vivos de la sociedad francesa. Habían sido invitados todos, incluidos los representantes de otras religiones y tradiciones filosóficas, agnósticos o no creyentes. «En la República laica que es Francia, todos, Santo Padre, os acogen con respeto, como cabeza de una familia espiritual cuya contribución a la historia de Francia, a la historia del mundo, a la civilización no es contestable ni contestada».
Pasa luego del recuerdo de lo que ha sido el cristianismo, como religión determinante de la historia europea anterior, a lo que pueden seguir siendo en el futuro él y las demás religiones. «Por ello, dice, yo apelo a una laicidad positiva, una laicidad que respeta, una laicidad que congrega, una laicidad que dialoga, y no una laicidad que excluye o que denuncia. En esta época en la que la duda, el repliegue sobre sí mismos, ponen a nuestras democracias ante el desafío de responder a los problemas de nuestro tiempo, la laicidad positiva ofrece a nuestras conciencias la posibilidad de intercambiar ideas, más allá de las creencias y los ritos, sobre la orientación que queremos dar a nuestras existencia, la búsqueda de sentido... La laicidad positiva, la laicidad abierta, es una invitación al diálogo, una invitación a la tolerancia, una invitación al respeto. Dios sabe que nuestras sociedades tienen necesidad de diálogo, de respeto, de tolerancia, de calma». No es sólo Sarkozy quien hace estas preguntas y propuestas. «¿Quién se atreve hoy a decir a la sociedad lo que le falta y que, siéndole desconocido, le es esencial?», escribía no hace mucho Habermas.
Francia tiene dos polos: la Sorbona, es decir, la Razón y la República por un lado; Lourdes, es decir, la fe, la oración y la misericordia por otro. Sobre ese fondo de hechos podía decir De Gaulle: «La República es laica, Francia es cristiana». Sarkozy ha levantado acta de las nuevas tareas y desafíos comunes a todos. El Papa, dejando el París de la cultura y de la Academia francesa de la que ya era antes miembro, llega hasta la gruta de Lourdes donde a los pies de Nuestra Señora muchos han recuperado la salud y muchísimos más han recobrado la paz y la esperanza.
(...)
¿Cómo es posible que algunos consideren alienadoras la dimensión y ejercitación religiosa de la existencia humana y, si no las reprimen con violencia, las excluyan con desprecio? Habiendo patologías por el lado de la fe y por el lado de la razón, están llamadas a una reciprocidad crítica, no a un acoso recíproco.
Frente a arcaísmos y laicismos beligerantes debemos repetir la afirmación de Kant: «Una religión que sin escrúpulo declara la guerra a la razón, a la larga no se sostendrá contra ella». Nosotros completamos: «Una razón que sin escrúpulo declara la guerra a la religión a la larga no se sostendrá contra ella». Han pasado los tiempos de declaraciones de guerra. Las palabras tanto de Sarkozy como las de Benedicto XVI llegan en son de paz invitando a la aceptación recíproca, al diálogo y a la colaboración.

lunes, 7 de diciembre de 2009

DÍA DE LA INMACULADA CONCEPCIÓN


"PEQUEÑA ESCLAVA", de José Luis Martín Descalzo

"Pero tú has mirado a esta pequeña esclava,

has roto sus cadenas, has quebrantado su yugo,

y le has concedido la única sujeción que es libertad:

la de ser hija y esclava tuya.

Ah, ¡que dulces los hilos con tiras de mi alma hacia la luz!

Tus abrazos abrazan, no estrangulan.

Tú eres libertad, tu amor no pesa,

tu redil de pastor no tiene cerca.

Tú, dueño mío, amante mío, amor.

Eres la única esclavitud que no esclaviza".

sábado, 5 de diciembre de 2009

¿La Cruz no y el Nacimiento sí?



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CARLOS HERRERA

Viernes , 04-12-09

ES una buena pregunta, para la que aquellos que no quieren entrar en contradicciones encontrarán respuesta rápida: el Nacimiento -los más laicos lo llamarán tan sólo Belén- es un argumento festivo y cultural hondamente anclado en nuestras costumbres y está desprovisto de sentido evangelizador. Es, poco más o menos, un cuadro decorativo, un elemento teatral, un icono sin significado. Sin embargo quienes así piensan no reparan en que el que está en la cuna es el mismo que está en la cruz, sólo que treinta y tres años antes, y que el mensaje que transmite uno es el mismo que transmite el otro, siendo un recién nacido o un hombre torturado. Mensajes ambos que no trasladan ninguna incitación a la violencia, al odio, a la venganza, a la opulencia insolidaria o al racismo. Antes al contrario, ambos transmiten humildad, amor y perdón, revolucionarios mensajes los tres en el tiempo en que fueron librados y en los que le han seguido hasta nuestros días. Ni siquiera atentan contra el mantra estúpido de la Memoria Histórica. Siendo consecuentes, ningún colegio público español debería celebrar la Navidad, ninguna niña vestirse de Virgen María y ningún niño ajustarse a la barbilla una barba postiza para parecerse a San José. Si somos laicos, somos laicos. En todo organismo público debería hacerse como en el edificio de la Fiscalía del Estado, en el que la fiscal Pilar Barrero exigió histéricamente que se retirara un Misterio y la Adoración de los Reyes Magos que alguien dejó en una mesa y que habían confeccionado jóvenes discapacitados de la Fundación Carmen Pardo Varcarce: por supuesto lo consiguió. Exhibir una determinada ferocidad para defender laicidades un tanto reaccionarias suele cobrarse los objetivos marcados, vean si no el resultado que le da al tonto insoportable de Joan Tardá revestirse de matacuras y arrastrar con él a todos los diputados del grupo socialista en el Congreso. Aunque sea a precio de obviar toda la tradición cultural de Occidente, despotricar sobre la presencia en la sociedad de elementos relacionados con el Cristianismo es tan rentable como callarse ante el avance de simbología de otra religión mucho menos homologable y en cuyo nombre se cometen tantos o más desmanes que cometió la cristiana en la Edad Media. Edad en la que, por cierto, parecen vivir algunos de los sujetos que exhiben un exceso de rabia en la exposición de su argumentario.

Por lo demás, no sabía yo que proliferaban tantos crucifijos en las escuelas públicas españolas. Ha sido una curiosa sorpresa. Lo más llamativo de la propuesta al Gobierno para que disponga su retirada total es que también han tratado de hacer desaparecer la Cruz de los colegios privados religiosos, dando a entender que la omnipresencia inquisitiva de los legisladores puede llegar a cualquier rincón. De llegar al nirvana laicista que persiguen estos torquemadas de segunda quiero imaginar que impedirán que escolar alguno acuda a clases con una medalla al cuello si ésta porta la imagen de alguna Advocación Mariana. No digamos de una pequeña cruz de plata o así. Y quiero pensar que cambiarán los nombres de institutos que aún conservan el nombre de algún santo, San Isidoro, por ejemplo, en virtud del barrio al que pertenecen o de alguna otra dependencia histórica. E imagino, puestos a ser consecuentes, que instarán al Ejecutivo a trasladar los festivos que guarden relación con fiestas del calendario cristiano: ¿por qué tiene que ser fiesta el día de la Purísima, o el de la Virgen de Agosto? ¿Por qué tienen que descansar los funcionarios públicos el día de Todos los Santos? ¿Por qué no moverlos a cualquier otra fecha? Ignoro cuál es la razón por la que consienten la presencia del crucifijo en la toma de posesión de nuevos ministros. Ignoro por qué permiten que los cargos públicos figuren -nunca mejor dicho- en las procesiones de Semana Santa. Ignoro a qué esperan para poner orden en toda esta beatería española insoportable. ¿La Cruz no y el Nacimiento sí? Vamos Tardá, ya estás tardando.

viernes, 4 de diciembre de 2009


Hoy hemos puesto el Belén en el Instituto. Fue por la tarde, cuando todas las aulas permanecían vacías y el silencio reinaba en los pasillos. La algarabía adolescente se había trasladado a otros lugares deseosa de disfrutar un larguísimo puente. Poco a poco fue tomando forma: la tierra, las montañas, las luces... y Él. Divino amor anonadado que escogió una forma tan humilde de aposentarse en el mundo rodeado de pobreza y normalidad lejos del boato que acompaña a los poderosos. Parecía un pequeño milagro contemplarle tan frágil dentro del portal, arropado por la mirada amorosa de sus padres. Adorándole, los pastores y dos profesores de Religión que le quieren con todo el alma y que rezando un Padrenuestro le han pedido fuerzas para ayudarle a nacer en los corazones de sus chicos. Señor, te necesitan tanto.... te necesitamos tanto. ¡¡Ven y no tardes!! Amen.

jueves, 3 de diciembre de 2009

Sobre la retirada de los crucifijos de la escuela

Salamanca, 3 dic (EFE).- El presidente de la Conferencia Episcopal Española y cardenal arzobispo de Madrid, Antonio María Rouco Varela, ha expresado hoy su deseo de que la proposición no de ley aprobada por la Comisión de Educación del Congreso sobre la retirada de símbolos religiosos de los colegios "se quede ahí y no vaya más allá".

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Así lo ha trasladado hoy a los medios de comunicación minutos antes de dar comienzo la ceremonia de entrega de la Medallade Oro de la Universidad Pontificiade Salamanca al obispo de Bilbao, Ricardo Blázquez.

La Comisión de Educación del Congreso ha aprobado una proposición no de Ley en la que insta al Gobierno a que se retiren los símbolos religiosos de los centros educativos.

Para Rouco, llama la atención "el método con el que se quieren llevar adelante estas propuestas" y ha acusado a los partidos políticos "sobre todo al PSOE" de olvidar "en ocasiones" que "la democracia funciona con la libertad, no con la imposición; facilitando el que se pueden ejercer los derechos y no limitándolos".

En palabras del presidente de la Conferencia Episcopal Española, "es muy triste" que se haya aprobado esa proposición no de Ley.

Una posición defendida también por el obispo de Bilbao, Ricardo Blázquez, quien ha recordado que el crucifijo es un símbolo de "nuestra cultura" y "no es bueno olvidarnos de nuestro pasado y de nuestra historia, dos veces milenaria".

Para Rouco, con la retirada de este símbolo de los colegios estatales españoles se privará a las familias y a los niños "de poder ver el signo más fundamental y característico de su fe y no sólo de su fe en abstracto, sino de la fe que ha configurado su historia personal".

Además, ha agregado que la cruz no es sólo un "signo religioso evidente, sino de humanidad, de un humanismo que ha hecho transpirar al mundo entero con valores fundamentales, del perdón de la misericordia, dar la vida, saber entregarla". EFE

martes, 1 de diciembre de 2009

Declaración de Manhattan


Declaración de Manhattan

Manhattan Declaration: A Call of Christian Conscience. Suscrita el 20 de noviembre de 2009 por líderes de todas las confesiones cristianas -14 obispos católicos, entre ellos-, unidos en la defensa de la vida y la familia. Resumen:

Los cristianos, cuando han dado vida a los más altos ideales de su fe, han defendido al débil y al vulnerable y han trabajado incansablemente para proteger y reforzar las instituciones vitales de la sociedad civil, comenzando por la familia.


Somos cristianos ortodoxos, católicos y evangélicos, unidos en esta hora para reafirmar verdades fundamentales sobre la justicia y el bien común, y para proponer a nuestros conciudadanos, creyentes o no creyentes, que se unan a nosotros en la defensa de 3 verdades inviolables, no negociables:

1. El carácter sagrado de la vida humana

2. La dignidad del matrimonio como unión conyugal del esposo y la esposa

3. Los derechos de conciencia y libertad religiosa

Dado que están sometidas, cada vez más, al ataque de poderosas fuerzas de nuestra cultura, hoy nos sentimos en el deber de alzar nuestra voz en su defensa, sin tener en cuenta las presiones para que las abandonemos o cedamos en nuestra pretensión. Tomamos este compromiso no como partidarios de un grupo político, sino como seguidores de Jesucristo, el Señor crucificado y resucitado, que es el Camino, la Verdad y la Vida.


* Sobre la vida humana.- Las vidas de los no nacidos, de los discapacitados y de los ancianos están cada vez más amenazadas. Mientras la opinión pública se ha movido en una dirección 'pro-life', fuerzas poderosas y decididas están trabajando para extender el aborto, la investigación que destruye embriones, el suicidio asistido y la eutanasia. A pesar de que la protección del débil y vulnerable es la primera obligación de todo Gobierno, hoy los poderes públicos están con frecuencia empeñados en promover lo que el Papa Juan Pablo II llamó "la cultura de muerte".

Nosotros queremos trabajar sin descanso por la protección de todo ser humano inocente, de cualquier condición y en cualquier etapa de su desarrollo, y daremos todo nuestro apoyo a quienes, en conciencia, hagan lo mismo.


* Sobre el matrimonio.- El matrimonio, ya herido por la promiscuidad, la infidelidad y el divorcio, corre el riesgo de ser redefinido y, por lo tanto, falseado. El matrimonio es la institución más originaria e importante para sostener la salud, la educación y el bienestar de todos. Por ello, donde es erosionado surgen las patologías sociales. El afán de redefinirlo pone de manifiesto que ya no se entiende lo que siempre ha significado en nuestras leyes civiles y en nuestras tradiciones religiosas. Si triunfa esa mentalidad, triunfará la falsa y destructiva idea de que el matrimonio es lo mismo que una aventura sentimental y otras satisfacciones para personas adultas, y se ocultará su valor único e intrínseco, derivado de su capacidad de generar, promover y proteger la vida. El matrimonio no es una "construcción social", sino más bien una realidad objetiva: la unión pactada ente esposo y esposa, que la ley debe reconocer, honrar y proteger.

* Sobre las leyes injustas.- Como cristianos, creemos en la ley y respetamos la autoridad de los gobernantes. Consideramos un privilegio vivir en una sociedad democrática donde las exigencias morales de la ley son aún más fuertes en nosotros. Pero las leyes también pueden ser injustas en una democracia. Desde inicio del Cristianismo, nuestra fe nos ha enseñado que la desobediencia civil es necesaria frente a leyes gravemente injustas, o leyes que pretenden obligarnos a lo injusto o inmoral. Tales leyes carecen del poder vinculante en conciencia, porque no pueden reivindicar ninguna autoridad más allá de la mera voluntad humana.


Por lo tanto, hacemos saber que no daremos nuestro consentimiento a ninguna ley que nos obligue -a nosotros o a las instituciones que dirigimos- a participar en o facilitar abortos, investigaciones que destruyen embriones, suicidio asistido, eutanasia, o cualquier otro acto que viole el principio de la profunda e igual dignidad de todos y cada uno de los miembros de la familia humana.


Así mismo, no nos inclinaremos ante ningún ordenamiento jurídico que nos obligue a bendecir asociaciones sexuales inmorales, a tratarlas como matrimonios o sus equivalentes, o que nos impida proclamar la verdad sobre la moralidad, el matrimonio y la familia.


Tampoco nos dejaremos reducir al silencio, ni a la aceptación sumisa, ni a la violación de nuestras conciencias, por ningún poder en la tierra, ya sea cultural o político, sin importar las consecuencias que esto pueda tener para nosotros.


Daremos al César lo que es del César, en todo y con generosidad. Pero bajo ninguna circunstancia le daremos al César lo que es de Dios.

UNA PROPUESTA DE PABLO D’ORS