La Casa Lezcano.
Primer relato publicado en Masticadores MMmisterio.
Querida Rosa:
Nunca podré agradecerte lo suficiente tu buen tino a la hora de aconsejarnos semejante alojamiento.
Al pasar el umbral de la puerta no esperaba encontrarme un vestíbulo así. En el centro reinaba una soberbia mesa de mármol donde un estilizado jarrón azabache exhibía un ramo de hortensias fucsias. Del techo pendía gran araña luminosa de reluciente cristal de bohemia. Al fondo, una acristalada puerta estilo art decó custodiaba el acceso a un claustro luminoso. Creí ver a una bandada de niños que se llamaban entre sí, y escuché sus nombres: Carolina y Eladio.
Vamos a rifar, le decía la niña a su hermanito:
«Un gato se cayó a un pozo.
Las tripas le hicieron gua.
Arremoto piti poto arremoto piti pa»
En el centro del claustro, te encantaría contemplar un par de esbeltas palmeras. Hay también un pozo de cuidada factura con cierto toque de romanticismo. Parece tener aire de misterio.
Rodrigo no ha dejado de entusiasmarse ante cada rincón. Mi simple recién estrenado marido contempla embelesado cada novedad del paisaje con la bobalicona mirada de un niño lento. Ya sabes que Rodrigo nunca se ha caracterizado por su perspicacia. Bueno, supongo que aprenderé a quererle un poco aunque solo sea pensando en la tranquilidad que me va a aportar pertenecer a la familia Montenegro. Mamá está encantada. Y yo a veces me siento como una de aquellas mujeres a las que obligaban a casarse. Quien lo diría, en pleno siglo XXI.
Te echo de menos, querida amiga.
Con cariño, Amanda.
Hola mamá:
No voy a negarte que me aburro algo y eso que acabo de llegar. Aquí el wifi va bastante mal, parece que ha sido desde siempre incluso antes de que él Cumbre Vieja comenzara a vomitar su lava mortífera sobre la isla. Pero no te preocupes. Nos han asegurado que en la Casa Lezcano no existe peligro alguno. El volcán queda muy lejos y Amanda y yo no podemos movernos mucho. Ya sabes que a los recién casados nos gusta más la actividad de paredes adentro. Y me imagino que estás desando que se te llene la casa de nietos.
No sigo, mamá, que luego me regañas por meterme en terrenos pantanosos.
Ya te compraré algún detalle bonito.
No me olvido de ti.
Te quiero.
Tu hijo Rodrigo.
Querida Rosa:
No te lo vas a creer cuando te lo cuente, pero parece ser que en la casa habita un fantasma. Nos ha contado el recepcionista que este edificio data del siglo XVI cuando una familia genovesa conocida como los Lezcano ordenó la construcción del edificio. El padre de familia, con el fin de posicionarse en la zona concertó el matrimonio entre su joven hija Catalina y un viejo terrateniente de la zona. Ella insistía en no casarse, pero nadie quiso escucharla y al final la forzaron a casarse con el anciano. La joven, desesperada, se arrojó al pozo que se encuentra en el patio de la casa.
¿Te das cuenta, Rosa? Ese misterioso pozo que nos recibió aquel día donde los dos hermanitos, Carolina y Eladio jugaban al atardecer.
A Rodrigo también le gusta jugar al anochecer, pero sus juegos no me convencen en absoluto. Me produce rechazo solo con verle acercarse. Con ese aspecto desazonado de niño bobo.
Hola mamá:
No he podido contestarte antes. Entiendo que te preocupes por mi bienestar, pero tanto insistir en la salud mental de Amanda ya empieza a contrariarme. Creía que me conocías lo bastante para saber que darle el alta voluntaria no tuvo nada que ver con nuestro enlace. Su enfermedad mental es algo puntual, son brotes perfectamente controlables por medio de una correcta medicación. La dolencia de mi mujer radica más en su alma que en su mente. Presenciar el suicidio de su madre. Ver morir a su hermano gemelo y compañero de juegos Eladio. Son traumas infantiles que requieren tiempo y una adecuada atención psiquiátrica. Estos días, en el ambiente sereno y tranquilo que rezuma esta casa encontrará el sosiego que su mente ansía.
Mira, ahora mientras te escribo, puedo verla sentada en el pequeño banco del jardín, junto al pozo, con la mirada enredada en el horizonte.
Querida Rosa:
Creo que Catalina quiere pedirme ayuda. Me ha reconocido como a su semejante. Las dos padeciendo matrimonios indeseables. No dejo de pensar en aquella angustia que la llevó a arrojarse al vacío. Parece que ni siquiera tuvo derecho a un entierro digno. La iglesia por entonces negaba el entierro a los suicidas.
Rodrigo no deja de acecharme por la ventana, tras esas gafas ridículas de mediquillo sabiondo. Odio que me mire, y que me toque.
Creo que los niños tienen ganas de jugar con alguien. Unos niños nunca deben permanecer solos.
«Un gato se cayó a un pozo.
Las tripas le hicieron gua.
Arremoto piti poto arremoto piti pa»
Estimada Sra. Olga Montenegro.
Lamentamos comunicarle que el resultado de la autopsia realizada a los cadáveres encontrados en el pozo de la Casa Lezcano ha arrojado que pertenecen efectivamente a su hijo Rodrigo y a su nuera Amanda.
Quedamos a su disposición para aclararle cualquier detalle que precise.