No quiero masas. Ni falta que hacen.
No quiero ojos que manoseen mis caricias.
Ni palabras obscenas que me roben la calma.
No quiero aprietos, ni rebujos, ni dagas.
Quiero tardes serenas
que apacigüen el alma,
atardeceres rojos
y rosa calma.
Belleza. Quiero captarte en esos instantes para apropiarme de un poco de eternidad...
La columna de esta semana está hecha en colaboración con un AMIGO, maestro de vida del que he aprendido mucho y al que le deseo lo mejor.
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