Me dijeron que no les podía abrazar.
Me dijeron que empatizar con ellos era poco menos que misión imposible.
Que no se casaban con nadie.
Que la educación para ellos era inútil.
Me dijeron que empatizar con los payos era “apayarse”
Me dijeron, me previnieron, me predispusieron..
Pero el mejor abrazo de este año me lo dió un gitano, flor de la raza calé, desafiante, orgulloso.
Inteligente como pocos, a la par que despierto.
Consumado lector, porque fue a un colegio “súper súper pijo de payos”, donde les”castigaban” a leer en la biblioteca. Y allí debió descubrir el mocín de 1º de ESO sus saberes.
El otro día, durante un cambio de clase, se me tiró a los brazos, y nunca un abrazo de alumno me supo tan delicioso. Por transgresor, por inusitado, por revolucionario…
El abrazo de Abilio, bueno, de Bili, que así le gusta que le llamen.
Como a aquel indómito “Billy El Niño”.
Tierno chaval, cariñoso, como pocos.
Y orgulloso, también…