Sobre las tumbas de los muertos
cabalgan notas como cosacos
balalaicas de muerte
enturbian el aire.
Murieron con las notas puestas,
sonidos sepulcrales
aplastados bajo la bota del Kremlin.
Una mujer oriental
hija del latrocinio soviético
regodea su voz de plata
sobre los cadáveres ucranianos.
Sones de guerra.
El arbusto Kalinka
enraizado en la garganta traidora
Cuyos amargos frutos
bayas rotas,
el rojo asesino
de los espectadores que murieron
en el teatro de Mariupol.
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