martes, 7 de abril de 2020

DE REPENTE


De repente
se re inventó el lenguaje.
Y la población se dividió en esencial y no.
Y los de casa confinados pasaron a ser el problema y la solución.
Y los vecinos se hicieron reja para no ser finados.
Y los balcones batieron palmas en medio de sirenas que rugían por el asfalto.
Y algunos insultaban desde sus terrazas a los dueños de los perros.
Y aquel día mundial de la salud el mundo permanecía en cuarentena
embozado tras una mascarilla y resguardado tras unos guantes mientras en la parte de atrás
miles de cadáveres apilados esperaban a ser enterrados con un poco de suerte.
Y de repente el balcón de la otra casa se convirtió en Manhattan.
Hasta que cambiaron la cerradura porque había ocupas
y la ocupa era yo
que soñaba con la libertad desde su ventana pensando que quizá así
era un poco más libre.
Volverán las horas viajeras
a llevarnos en volandas por caminos y veredas
más allá de un hogar que es refugio y es prisión.
Y en algún hogar lloramos  por los que se fueron.
¡Despertadme por Dios!
Aunque sea de repente.

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