viernes, 17 de mayo de 2019

MAESE PULCHRO, EL ORGANISTA





Me imagino lo que tiene que ser deslizar los dedos por sus teclas. Desgranar ritmos, ejecutar cadencias. Despertar del letargo de siglos a esas muros  milenarios que custodian piedras preciosas engarzadas en filigranas multicolores.

Majestuoso en forma con su prestancia de ocho fachadas. Vanidoso exhibiendo sus  4.344 tubos que le permiten 64 registros y cuatro millones de combinaciones que ni tan siquiera Juan Sebastián Bach, en pleno éxtasis creativo, hubiera logrado abarcar.

Dicen que el de la Pulchra es el más moderno de Europa. No fue fácil alcanzar el sueño de conseguir órgano digno de tan portentoso edificio. Hubo de fraguarse un festival que se ha celebrado durante treinta y ocho ediciones, remover Roma con Santiago para movilizar recursos, agotar instancias, remover conciencias, rascar  bolsillos institucionales. Pero al final llegó. Hasta un especialista en acústica de Turín tuvo que desplazarse a León para calcular el impacto sonoro de disparos de arma de fuego en el interior de la catedral no fuera a dañarla el nuevo inquilino con sus ínfulas sonoras. Fue Jean Guillou,  célebre organista francés fallecido a primeros de año en  Paris quien participó en su gestación y alumbramiento, y Samuel Rubio, partero e impulsor de la epopeya instrumental. 



Noble oficio el de músico. 

Dicen que la música puede ser la voz De Dios.

Leo ahora  en la página Web de nuestra  Diócesis de León, pregonera de sucesos, solemnidades y convocatorias varias, que  nuestro Obispo ha rubricado un Decreto para comunicar que se encuentra vacante y por lo tanto pendiente de provisión por concurso de méritos  la canonjía con el oficio de Organista por jubilación canónica de su último poseedor M. I. Sr. D. Samuel Rubio Álvarez. Este concurso  será “abierto a sacerdotes o clérigos, diocesanos y extradiocesanos, seculares y regulares”. Ojalá aparezca pronto un Maese digno y pulcro, un organista virtuoso capaz de acometer con decoro  tan ilustre encomienda musical.

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