Recuerdo la profunda tristeza que sentía al escuchar aquella voz joven de un Alejandro Sanz que empezaba a despuntar en el panorama musical cantando aquella canción.
La escena desoladora de la joven tendida en la carretera, con la melena esparcida sobre el pavimento mientras un novio joven con el que apenas había recién estrenado el amor se lamenta amargamente. A lo lejos se escuchan las sirenas cabalgando que, como dice la canción resonaban en una noche olvidada.
Pero cuando tienes 15 años todo lo sueles ver bajo un halo de romanticismo que no llega a la raíz de las tragedias. Te quedas en los aledaños de la superficie. Y a menos que te haya tocado aún no sabes lo que significa la temprana pérdida de un ser querido en accidente de tráfico. Una vida truncada a destiempo, si es que hay un tiempo idóneo para morirse, que parece cercenar el sentido de otras tantas que órbitan a su alrededor.
Recuerdo a un hombre que pedía a la puerta de mi parroquia. Se llamaba Ivan y era ruso. En su país había sido camionero. Tenía un hijo. Se sentía orgulloso de él. Un día le regalo una moto. Al poco tiempo su hijo murió en un accidente cuando la conducía a gran velocidad.
También en la canción de Alejandro volaban por la carretera.
Hace un momento me iba diciendo
No corras tanto que tengo miedo
La ambulancia volaba
Entre la vida y la muerte pensaba
Que echaba tanto de menos su casa
Ivan no se perdonó a sí mismo. Presa de un remordimiento al que su mujer también contribuía con continuos reproches comenzó a beber para olvidar, perdió su trabajo y huyó de su casa hasta que recaló en León. Y aquí conocí su historia. Tristemente real.
Entre la vida y la muerte
Se piensa tan diferente
Cuando el dolor acampa en nuestras vidas todo se relativiza y es entonces cuando alzamos la mirada al cielo en busca de respuestas.
Termina la canción anunciando luces mortuorias.
Y la luz se le apagó
Y su voz se le apagó
Y su voz se le apagó
Y escucho pasar la vida
Y el suave latido en corazón
Pero nosotros sabemos que la muerte no es el final. Lo recordaba San Agustín en aquellas palabras
No estoy lejos… tan solo a la vuelta del camino.
Lo ves, todo está bien…
Volverás a encontrar mi corazón, volverás a encontrar su ternura acendrada.
Enjuga tus lágrimas y no llores si me amas.
Lo ves, todo está bien…
Volverás a encontrar mi corazón, volverás a encontrar su ternura acendrada.
Enjuga tus lágrimas y no llores si me amas.
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