Tuve que darle unas cuantas vueltas a la respuesta de aquel alumno que, confieso, me descolocó un poco.¿ A qué se refería?
La mente de los adolescentes es meteórica, rauda y veloz. Tendente a cientas de inauditas asociaciones por minuto. Cabezas en ebullición constante. Neuronas efervescentes que procesan multitud de datos al unísono. Y más en esta era que viven de constante sobreestimulación digital por doquier.
La de la colonia. Esa fue su contestación.
A ver quien podría ser esa buena mujer.
El alumno respondía a una pregunta que les había hecho con motivo de un juego con el que estudiábamos en clase la Resurrección de Cristo. Era un pasa palabras y la pregunta que le hice al equipo que juzgaba era quienes fueron las primeras personas que vieron a Jesús resucitado.
Uno de los alumnos , que es de los espabilados, tomó la iniciativa en la respuesta.
Ah si profe la de la colonia.
Claro, recordaba el célebre episodio que relata el Evangelio de Juan cuando seis días antes de su Pascua el maestro acudía a Betania para cenar con sus amigos. Mientras Marta servía, y Lázaro era uno de los que estaban a la mesa comiendo con él. María trajo unos trescientos gramos de perfume de nardo puro, muy caro, y perfumó los pies de Jesús; luego se los secó con sus cabellos. Y toda la casa se llenó del aroma del perfume.
Esa mujer que derramó el perfume a la que él llamaba la de la colonia.
Mi pupilo relacionaba la escena de Betania con la figura de María Magdalena confundiendo a esta mujer con María la hermana de Lázaro , una equivocación habitual. Si fue María Magdalena la prostituta rescatada por Jesús a quien el Papa Francisco nombró en 2016 Apóstol, una de las primeras en ver a Jesús resucitado pero no era ella la que derramó el perfume sobre los pies del Señor.
De todos modos no le di mucha importancia al equívoco aunque si le aclaré la confusión. Lo que sí me gustó es que el alumno recordara este hermoso episodio evangélico, que conociera los detalles y que hubiera sido capaz de relacionar a las dos mujeres e incluso conociera bastantes detalles de su vida y la importancia que ambas tuvieron en la de Jesús.
Conocer la vida de Cristo. Volver al Evangelio. Beber de sus enseñanzas, revivir los episodios que acontecieron en su vida. Profundizar en su mensaje y empaparse de su doctrina. Volver a la esencia, aspirar el suave aroma de su palabra, dejarse embriagar por el perfume auténtico de la Verdad. La fragancia original que no acepta falsificaciones.
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