sábado, 6 de octubre de 2018

ELEGÍA A MONTSERRAT



Y doblan las campanas.
Por unas notas quebradas en garganta de prodigios
Figuras rítmicas que,  languidecidas, finaron al ritmo terso de un réquiem
con aires de lúgubre adagio.
Quedaron eternamente suspensas en  calderón interminable.
En un da capo eterno.
Permanecerán en bucle inalterable
esperando para ser cantadas nuevamente.
Como metrónomo  que
incansable amenaza con no cesar su oscilante compás.
Se fue arrebatada
por el ritmo frenético  de los días que se suceden meteóricos como eterno vivace.
 Tarde o temprano alguien pone nuestra banda sonora postrera a modo de marcha final.
La diva entregó sus túnicas
para presentarse desnuda
dispuesta a recibir el veredicto del Padre de Amor en su juicio final.
Caro nome
que desaparece de la vida pública para inscribirse en los registros celestiales.
Mañana los coros angélicos recibirán los refuerzos de una voz de plata y oro.
Mientras tanto, los de abajo, contamos desasosegados las bajas de la lista del Parnaso.
Las cadencias, ritmos y melodías que ya no serán.
Vuelan en el aire ráfagas de partituras
huérfanas en busca de una voz de trinos que las rescate.
Palidece Euterpe, cuando escucha
el tañido lento de las campanas
Que doblan lúgubres en las torres de la Sagrada Familia.
Mientras Montserrat duerme
acunada por una nana.
El sueño eterno...que no cesa.
DEP

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