martes, 9 de octubre de 2018

UNA CLASE PERFECTA


Tenían  que escribir en la pizarra los insultos que escuchan a diario
La idea no era mía. La extraje de uno de esos vídeos de la red que circulan por WhatsApp para medir el impacto que las palabras que escuchamos en el colegio durante el período escolar pueden llegar a marcarnos de por vida.
Era un grupo de 6 alumnas de los cursos superiores.
Una de ellas destacaba visualmente por su ostensible corpulencia. Seguro que más de una vez esa característica de su físico le ha causado sufrimiento. Hay cosas que la sociedad no perdona.
Otra de las alumnas menudita, de apariencia modesta y aires de insignificancia se acerca y me dice bajito al oído: profe no voy a escribir “gorda” porque no es un insulto. El gesto pasó desapercibido para el resto de alumnas que estaban enfrascadas en la tarea del encerado.

Finura de alma, delicadeza de espíritu, esperanza en las generaciones venideras.

La segunda parte del experimento consistía en escribir las cualidades de alguna de las compañeras presentes en clase. Cada una resaltaría  tres de una misma compañera o una de cada refiriéndose a personas distintas.
 Y otra joven a quien llamaremos Vera decidió describir a la niña menudita como “empática”. 
.- Es empática porque siempre sabe ponerse en el lugar de los demás.
Son un grupo que lleva mucho tiempo junto. Se conocen casi desde infantil.
Dio en la diana Vera.
Una clase perfecta sin duda.
De las que sale una  con la sonrisa puesta y el corazón reconfortado.

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