sábado, 27 de octubre de 2018

HEIDI Y LOS NUEVOS TIEMPOS



¿Os acordáis de la Srta. Rottermeier?
Era una institutriz férrea que se ocupaba de cuidar a Clara Seseman, la delicada niña anclada a una silla de ruedas cuya vida dio un vuelco cuando Heidi llegó a su vida. La maestra era rígida impenetrable. Poco partidaria de cambios ni licencias que alteraran la rutina. De las maestras que defienden la disciplina sin aperturas. Espero no transmitir esa imagen ahora que estoy recordando
 aquellos tiempos en que los profesores permanecían sentados en sus tarimas mientras los alumnos obedientes respetábamos todas las consignas que desde tan honorable estrado se nos dirigían.
Eran tiempos en que nadie osaba levantar la voz. Si acaso alguna díscola a la que en seguida se le colocaba la etiqueta de no recomendable. Las aulas eran pacíficas y el aprendizaje relativamente sencillo a pesar de la dureza del estudio y la memorización.
Pero llegó la revolución 3 y 4.0, los móviles y las tablets, las pizarras y plataformas digitales. Y con ella se operaron  otros cambios en nuestras generaciones de estudiantes. Las flipes Classroom, las microcapsulas de aprendizaje, el aprendizaje servicio, el cooperativo y el basado en la resolución de problemas entre otros. Y la mirada de los educandos cambió colocando al profesor en un nivel más cercano y menos arcano. Una mirada que muchas veces queda apresada en la pantalla del dispositivo móvil dejando  todos los demás sentidos tan inmóviles como las piernas de la dulc Clara.
Y ese cambio alcanzó a los modelos familiares. Lo anecdótico se alineó con la familia tradicional y pronto las  monoparentales , y otras diversidades comenzaron a ser tenidas como las habituales.
Y la voz de los niños y adolescentes empezó a ser tenida más en cuenta. Creció la esfera de influencia de los alumnos al poder formar parte de los Consejos Escolares, los equipos de mediación. Se quiso intensificar el protagonismo del alumno en su propio aprendizaje. Hacerle parte activa del proceso.
¿Pero hasta donde debe llegar su área de influencia?¿ Cual debe ser el límite donde el adulto sigue siendo responsable de actuación del menor? ¿ Hasta donde debemos permitir que llegue su autonomía?.
Recuerdo aquellas sabias palabras de un orientador escolar ante el que los padres se lamentaban de un hijo intratable. Su rebeldía había hecho la convivencia insostenible.
El experimentado profesor les dijo: Ponedle límites. Los está pidiendo a gritos.
Ciertamente nuestros adolescentes de ahora distan mucho de los que fuimos nosotros. La virtud estará en encontrar los cauces para que puedan fluir siendo lo que son. Hijos de una generación distinta.
Por cierto la srta. Rottermeir acaba aceptando a  Heidi con sus excentricidades creativas. Al fin y alcabo fueron ellas las que devolvieron la movilidad a Clara.

Querido lector dime tu.

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