Siempre a la puerta
como aquel perro con la
correa entre los dientes suplicando
un paseo de enero.
Las luces de siempre que dejan
en un sumido instante.
Dibujando quimeras
mientras espera
aterida de frío marchito
y recolectando versos
y mirando de lejos
el innombrable umbral
que nadie cruza.
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