lunes, 7 de diciembre de 2020

EL PERFUME SORPRENDENTE DE LA EVANESCENCIA

 

Adoro las sorpresas

que emergen entre el gentío 

llevándose la monotonía constante

de los días.

A veces surgen

cuajando el instante

con hilos de eternidad

como una brisa seductora

que acaricia el rostro e

ilumina instantes y

renueva interiores

devolviendo bríos

para soportar

el ritmo detonante de los días.

Rudos, rabiosos, cadavéricos.


Los días que 

con el fuego del volcán 

se convierten en ceniza aromática.

La locura contingente de lo efímero,

el suceso latente que permanece agazapado

tras el telón de acero.

Y siempre adorable e inesperado, acontece

el perfume sorprendente de la evanescencia.


 





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