viernes, 14 de junio de 2019

SUMA Y SIGUE

Que se lo digan a Carmen Emília, que va a celebrar sus 106.

O a Laureano García de 87  al que llaman nuestro sacristán por llevar detentando tan ilustre cometido durante más de cuarenta  años en la parroquia de San Antonio de Padua.

O que se lo digan a la valenciana  Clotilde Veniel,  que con  sus 107 primaveras es  voluntaria de Caritas en la localidad valenciana de Bicorp  donde reside y en la que continúa realizando la visita a enfermos y ayudando en la recogida de ropa usada para personas pobres. La veterana posee “una salud y vitalidad envidiables” que , según su hija, también Clotilde, de 78 años es lo  que le permite continuar con su incesante actividad en favor de los más desfavorecidos.

No le faltan los achaques pero  a pesar de todo, sigue ayudando a recoger ropa usada y a recaudar fondos, y sigue visitando enfermos, a los que – según sus propias palabras  “transmite  siempre alegría, cuenta  chistes, y trata  de darles esperanza”.



“No hay que hablar de problemas con los enfermos, ni de cosas tristes, ni de dolores, sólo de cosas buenas y alegres”, dice. Su hija nos cuenta el secreto:  “tiene mucho humor, raudales de  alegría y un espíritu muy positivo que transmite a todo el que tiene alrededor”
Hace años ya le parecía imposible llegar a cumplir un siglo de vida y ahora explica que vive “de prestado” y no se cansa de dar gracias a Dios.

Clotilde asegura que trabajar y mantenerse activa ha contribuido a su longevidad.. De niña y en su juventud ayudaba en casa pastoreando el ganado. Además, trabajaba en la carnicería de sus padres, acudía a la vendimia en Francia y, durante un tiempo, sirvió en la casa de una familia en Barcelona. Más tarde se casó con un labrador y siguió trabajando en el campo. 
Su familia está compuesta de  dos hijos, cinco nietos y seis bisnietos”. El párroco, don Andrés, le visita de vez en cuando, y ella le recrimina: “No te preocupes que aún puedo ir a la iglesia”.
Esa Iglesia a la que Carmen Emília, Laureano y Clotilde han  servido y siguen  siendo testigos que irradian La Luz  de Cristo resucitado.  Él también se hace presente a través de ellos en su piel cuarteada y sus miembros cansados. 
Sin embargo el paso del tiempo mantiene siempre joven su fe en Cristo y   las ganas de seguir a bordo de la  barca de Pedro en la que también reman con su presencia y experiencia. Toda una vida testificando a Cristo. Y suma y sigue.


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