viernes, 13 de enero de 2017

¿PUEDO ENTRAR?




   El muchacho africano apareció un buen día por clase de la mano del bueno de Edward, un dominicano de piel canela con uno de los corazones más grandes que he conocido en alumno ninguno. Ambos muchachos formaban un curioso dúo. El recién llegado de tierra africanas se llamaba Ashmed y era un refugiado somalí que recaló en uno de los pisos de acogida que la asociación Accem tiene en León. Era musulmán y apenas sabía una sola palabra de español, en realidad apenas le oímos articular palabra alguna. El silencio fue su carta de presentación y una constante durante su breve estancia en la clase de 2º ESO B.. Pero su presencia en el aulo generó en sus compañeros cierta conciencia de misión: la de lograr que Ashmed entendiera algo. Algo sabíamos: la palabra fútbol era de las pocas que provocaba en él cierta reacción positiva.


   No era difícil imaginar al niño jugar al fútbol entre cráteres y cascotes. Niños a los que les habían cercenado los más básicos derechos a la educación, a una asistencia sanitaria, a una tierra acogedora. Ojos tristes y huérfanos de la inocencia pueril después de haber observado torturas, tragedias a bordo de pateras atestadas de desesperación, abusos de traficantes de esclavos que les explotaban para poder pagar viajes por el mar hacia ninguna parte.

Triste realidad que hoy acontece a las puertas de nuestras casas, en la venerable Europa que mira a otro lado colocándose la corbata mientras contiene las alambradas para que los sucesores de Aylan no vengan a complicarnos la vida.

  Y mientras los padres claman por ser acogidos sus niños aún ejercen como tales encontrando excusas para jugar tal vez entre los cráteres que las bombas de la guerra han dejado en el suelo. Ellos juegan siempre porque tienen la deliciosa virtud de ver las flores incluso creciendo dentro de un tanque.

  Ashmed desapareció un día del centro tan misteriosamente como llegó. Dicen que se fue a vivir a Madrid. Quien sabe, quizá haya logrado conocer alguno de los jugadores del Real Madrid. Cuando le nombrábamos a  Ronaldo, Ramos, Bale o Benzemá los grandes ojos de Ashmed brillaban de un modo especial.

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NARANJAS DE ESPERANZA