La historia triste y real como la vida misma transcurre del siguiente modo:
Era una misionera dominica que quería salvar de las fauces de un francés lujurioso y pervertido a una niña de apenas 9 años. El francés se marchó "de rositas" con la pequeña camboyanita previo pago de un generoso montón de dinero a un policía corrupto. La misionera había intentado salvar la dignidad y futuro de la pequeña presentándose de improviso en un aeropuerto sin hablar francés. Forcejeó, luchó, porfió, suplicó. Pero el dinero mandaba...por enésima vez y a aquel policía no le importaba en absoluto una pobre desarrapada más.
Era un alumno de un instituto que escuchaba esa historia y tras conocer el final sin esperanza de la niña se rió a carcajada limpia comentando socarronamente:
¡La querrían para trasplante de órganos!
¡La querrían para trasplante de órganos!
Eran unos compañeros de aquel que se había reído que se lamentaban de compartir espacio con un sujeto tan falto de sensibilidad.
Y una profesora que miraba a un crucifijo del que pendía un hombre crucificado agonizante que antes de morir dijo ¡Perdónales porque no saben lo que hacen!...y mientras le miraba pensaba en aquel policía que alguna vez siendo estudiante habría estado sentado en algún pupitre tal vez escuchando alguna historia semejante...
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