martes, 25 de octubre de 2016

CAPITÁN AMÉRICA



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¡El vacile que se está pegando la niña es de espanto!
¡Cómo podía ser que aquella criatura tan adorable se estuviera quedando conmigo de aquella manera!
Era mi primer día de curso. De hecho era uno de los primeros días de mi carrera docente.
Niños de primero de eso. Instituto en Medina del Campo, ellos estrenaban centro nuevo, yo trabajo. Alli estaba yo cargada con mi maletín de recursos metodológicos para adolescentes.
¡¡Y aquella monada de ojos verdes digna de protagonizar el próximo éxito de Pixar me dice que ella lo que quiere es colorear profetas del Antiguo Testamento!! La miré con los mismos ojos de asombro con los que ella advertía mi perplejidad
Pero era cierto. Ella quería colorear  porque era una niña. Y yo una mal pensada.

Cada año me doy más cuenta del abismo que separa a estos niños de primero de ESO de los mayores de cuarto o Bachillerato. Cuando les veo por el patio sobre todo los primeros días no puedo evitar compartir con ellos cierto sentimiento de orfandad. Transitan por los pasillos en busca de una niñez que alguien se empeñó en arrebatarles. Hay algo de triste en esa mezcolanza que el sistema educativo pretende. Agua y aceite. Los alumnos de primero y segundo de ESO (12-14 años), en especial los niños, son completamente distintos en desarrollo cognitivo, comportamiento, actitudes, deseos, sueñosy expectativas a los alumnos de tercero, cuarto o bachillerato. Transitan y se mueven por mundos diversos por eso no tiene mucho sentido que compartan espacios e intercambien maneras y modos. Me consta que habrá muchos que no comparten esta visión. Defienden que  "cuanto antes maduren mejor". Pero yo pienso que la infancia es una etapa lo suficientemente importante en el desarrollo personal para respetarla y mimarla. No me refiero a que debamos prolongarla artificiosa y artificialmente. Pero preservando la evolución natural del niño y la niña contribuiremos a lograr una  maduración adecuada, pausada y plena que pueda engendrar adultos felices.

Ayer mismo yo llevaba un colgante tipo camafeo
Cerca un alumno de 2º, pecoso y muy pispo observando el balanceo del colgante me preguntó:
¿Profe es un reloj de esos de colgar?
No hijo es un colgante sin más.
Es que yo tengo uno super chulo del Capitán América...

Pese a la interrupción no pude evitar que se me escapara una sonrisa.

Benditos niños que todo lo llenan de deliciosa ingenuidad.

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