Santa Bárbara fue una virgen mártir que vivió en el siglo III. Su propio padre, adorador de dioses extranjeros decidió entregarla a sus torturadores que tras infringirle suplicios tales como latigazos y escarnios, la cortaron los pechos para luego decapitarla. Un destino similar al de nuestra mina leonesa, que se ha desmoronado como un gigante moribundo al que han dejado morir de inanición tras haberlo engordado desmedidamente a golpe de ilusorias subvenciones.
Nuestros montes están repletos de un carbón que todos repudian apelando a las energías limpias como única alternativa sostenible pero lo cierto es que detrás de esas medidas que están cercenando la vida de poblaciones enteras lo único que hay es una política de fría rentabilidad y poca voluntad política de apostar por los núcleos rurales que apenas cuentan en términos electorales.
A la pobre Bárbara decidieron encerrarla en una torre donde ella siguió practicando devota la religión cristiana. Este encierro en un castillo constituye el atributo principal con el que se representa a la santa, castillo en mano o con corona de almenas. De esa manera suele aparecer en retablos de Iglesias y ermitas. También aparece habitualmente con una palma símbolo de su final mártir.
Cuenta la tradición que los verdugos de Santa Barbata, entre los que se encontraba su propio padre, fueron fulminados por un rayo castigador como señal divina de la gran tropelía cometida sobre la niña, que tan solo contaba 12 años. Por eso se invoca a esta mártir como protectora en tormentas y tempestades. Como todas las que están cayendo en nuestra provincia leonesa, tierra minera por excelencia a la últimamente le asestan demasiados golpes. Confiemos que no sean antesala de una ejecución irreversible.
La célebre canción que os dejo está interpretada por el Coro La Estación. Gente minera de la cuenca del Torío. Territorio de la Hullera Vasco-leonesa conocida familiarmente como “la vasco”. Siempre que interpretamos nuestro himno minero hacemos esfuerzos para no dejar correr las lágrimas. Demasiados recuerdos, demasiada nostalgia. Duelen las heridas.
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