viernes, 14 de diciembre de 2018

CUANDO TERESA Y JUAN CONVERSABAN


Tuve la suerte de comenzar mi carrera docente en un palacio, en Medina del Campo: El Palacio de los Dueñas. Allí conocí a mis primeros alumnos y justo al lado visité el Convento de San José donde se conserva la celda donde se conocieron los dos protagonistas de hoy: Santa Teresa de Jesús y San Juan de la Cruz cuya onomástica celebramos hoy.

. - Que no Juan. Esto nada tiene que ver con los designios de Nuestro Señor.
Mis monjas y tus frailes entran y salen del convento como San Pedro por su casa y que me perdone el portero celestial pero Dios sabe que todo esto lo hacemos por el bien de  nuestra orden Carmelita. Creo que primeramente es menester redactemos lo más claro que nuestros entendimientos nos dejen un documento donde dejemos claros una serie de avisos pertinentes para que los religiosos alcancen la perfección. Hay que volver a los consejos evangélicos y al ejercicio de las virtudes. Pobreza, obediencia y castidad. Intensificar la oración y cumplir estrictamente la regla en lo que concierne al apartamiento de asuntos mundanos. O tomamos medidas o esto cada vez tendrá menos de Carmelo.

.- No seré yo quien te quite la razón Teresa cuando veo la sequedad espiritual que los jóvenes que entran al convento padecen. A la hora de los rezos parecen estar ausentes y creo que tienen las cabezas huecas y llenas de pájaros mundanos que revolotean constantemente para distraerles de las cosas celestiales. Pero creo que lo tenemos difícil Satanás en su astucia nos pondrá todos los impedimentos para llegar a buen término.

.-No mientes al maligno por Dios. Ese cuanto más atado lo tengamos mejor.  Que no se diga Juan de Yepes que no sea porque no lo hemos intentado. Debemos intensificar nuestros ruegos pero es menester que  también andemos prestos para que  cosas cambien y nuestros frailes y monjas retomen la pureza.
Por algo ha querido Dios juntarnos en la celda de este convento medinense. Estoy segura de que él nos ayudará. Ni todos los calzados juntos ni mil caprichosas  de éboli empeñadas en ser princesas monjas  conseguirán acabar con la Iglesia de nuestro Señor Jesucristo. Mucho te veo escribiendo ¿Y que apuntas Juan en esos pliegos?

.- El germen de un nuevo escrito que titularé: Los avisos a un religioso para alcanzar la perfección. Y se que esto puede llevarme de nuevo a la cárcel. Pero no me importa padecer por la verdad. Al fin y al cabo en la celda siempre encuentro  inspiración . No me molesta la soledad querida hermana. La soledad sonora que siempre edifica el espíritu.

.- No dejas de asombrarme mi querido Juan. No se por qué  me empeño en llamarte medio fraile si tu grandeza de alma y la agilidad de tu pluma te hacen grande. Cada día me sorprendes más. Pensé que fuera de la poesía tu pluma no hallaba acomodo.
.- El Señor me inspira mi querida amiga. Creo que nuestra coincidencia en tierras de Medina es designio divino. Las cosas grandes siempre empiezan en sitios pequeños como en esta celda y si no mira cómo empezó todo lo que aquí nos ha reunido. En una simple, pequeña, y apartada cueva de Belen.

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