jueves, 2 de marzo de 2017

MIMOSAS EN EL OJAL


Resultado de imagen de ramo de mimosas


Acababa de comprar por tan solo un euro un delicioso ramo de aquellas flores a una pareja de sencillos hombres de mediana edad que ya desmontaban su puesto entre laureles y papeles de periódicos.

.- Tome le regalo este laurel. Nosotros ya hicimos el día.

El perfume que exhalaban aquellas diminutas cabecitas amarillas modestamente desmadejadas entre la arrugada hoja del diario sólo era comparable a la brillante belleza que irradiaba el sol desplegando vida sobre la plaza mayor de  León.

Caminando por el Cid un pobre que pedía a la puerta de un bar nos interpeló. Estaba sentado pero se levantó para acercarse a nosotras. Nosotras ni siquiera nos habíamos percatado de su presencia.

.- Oiga señorita. 

Sus palabras salían envueltas en un penetrante olor a alcohol.

.- ¡Dígame caballero!

.- ¿Puede darme una flor?. Viví muchos años en Cataluña y allí crecían por todos partes, en los árboles... se llamaban...no recuerdo...pero se que aquí tienen un nombre muy bonito.

.- Si caballero, se llaman mimosas.
.- ¡Eso!¡Mimosas!

Sus ojos cobraron un brillo distinto.

El hombre sonrió exhibiendo sus escasos dientes. Pero fue una sonrisa hermosa pese a todo. La conformidad alegre  de quien ha descubierto un rastro de belleza en medio de la multitud anónima. La hermosura de unas simples y modestas flores amarillas envueltas en un pedazo arrugado de papel.

Pienso que a menudo estos desheredadas que permanecen largas horas mirando las riadas de humanidad que pululan por las calles desarrollan una sensibilidad distinta. La sensibilidad del que sufre el síndrome de la invisibilidad para los viandantes pero cuyo corazón aún permanece abierto a la belleza de un simple y humilde ramo de flores silvestres de color amarillo.

Pasamos más tarde por el mismo sitio. Allí seguía el hombre luciendo en la solapa un ramito de mimosas. 

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