No todo está perdido siempre y cuando reconozcamos que urge cambiar.
No nos vencerá la hecatombe mientras dejemos trabajar al filósofo errante que todos llevamos dentro. Hay esperanza mientras sigamos cooperando para reconstruir este edificio común que siempre parece tener colgado el cartel de cautela: peligro de demolición pero que al final siempre resulta rescatado por un interdicto de obra nueva.
Y es que el hombre tiene una ilimitada capacidad para rearmarse frente a cualquier circunstancia adversa. Llevamos incorporada de serie la semilla de cambio que siempre acaba fructificando.
Han sido muy provechosas estas dos jornadas de reflexión que nos ha ofrecido este simposicio sobre Ética y cultura actual organizado por la Diócesis de León. Mentes lúcidas y versados oradores del mundo de la cultura, la docencia, la psicología y la Iglesia que nos han puesto a reflexionar sobre las inquietudes del hombre de hoy.
Mientras les escuchaba pensaba en la necesidad que tenemos de escucharnos los unos a los otros. ¡Cuanto más aprenderíamos dejando reposar nuestras inquietudes en barbecho mientras las palabras de los otros nos llevan por caminos inesperados que a menudo nos salvan!
Y fue precisamente escuchando a nuestro obispo cuando una vez más regresé a lo esencial: "Dichoso el que busca, interroga y se piensa. La Verdad lo encontrará a él"...¿quien si no?
¿A donde iremos Señor si sólo tu tienes palabras de vida eterna?
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