¡¡No me empoderas nada hija!
La primera vez que escuché esta expresión me sonó a folklórica con peineta por aquello del poderío de la copla.
Pero he seguido escuchándolo posteriormente en distintos foros educativos así que me he puesto a investigar sobre el término descubriendo que tan pomposo vocablo ha sufrido avatares diversos: usada en castellano clásico como sinónimo de autorizar fue reinventada por el inglés en el término empowerment y luego ha sido adoptada por diversos movimientos en pro de los derechos por un nuevo significado: hacer poderoso a un individuo o grupo social desfavorecido.
Esta semana me han descubierto a una mujer de las que empoderan de verdad. La leonesa Irene García de Prado,fundadora de la Congregación hermanas del Buen Samaritamo recientemente fallecida a los 89 años. Llegó a Chile a los 43 deseando ejercer una labor semejante a la de la Madre Teresa de Calcuta y vaya si lo logró. Sin apenas recursos levantó varios dispensarios y hospitales donde atedía a los últimos de los últimos. Recogían a los pobres de las calles y les devolvían la salud y la dignidad. Su máxima era procurar que los últimos días de la vida de aquellos desdichados fueran los más felices.
Ayer mientras les proyectaba a los alumnos testimonios gráficos de esta paisana ilustre pensaba en que esta mujer si que derrochaba fuerza y luz empoderando a todo el que tocaba gracias a un inmenso derroche de energia que sólo podia provenir del cielo. Observaba atentos y fijos los ojos de mis chicos deseando que el testimonio de esta admirable leonesa les tocara el corazón llenándolo de ganas de hacer el bien.
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