ALMA DE METAL

Sucedió durante la comida, momento propicio para el diálogo familiar.

.- Mamá al de tecnología le falta algo. El otro día hablando de los coches dice que tienen alma

.- Pues si que es peculiar ese profe si.

No obstante ahondé un poco. A menudo los alumnos no son del todo fieles a la hora de transmitir lo que nosotros hemos querido enseñarles. A las interferencias que acompañan al acto comunicativo se une la natural dispersión consustancial al pupilo adolescente que en ocasiones vaga por la estratosfera.

.- Si. Dice que todos los engranajes de un coche están supeditados al motor, que es el que les inyecta vida siendo el alma del coche.

Bueno eso si tenía su lógica pero comparar el motor con el alma me seguía pareciendo un tanto desmesurado aunque se hiciera en sentido figurado.

Pero el día de la lotería cambié de opinión. Era el último lectivo. Se celebraba en nuestro centro el festival de Navidad. Se necesitaba un coche para llevar los frutos de la recolección conseguidos tras una publicitada campaña orquestada los días 19 y 20 de diciembre  por una profesora del centro y secundada por el equipo directivo. Toda la comunidad educativa del IES Eras de Renueva se volcó en solidaridad donando alimentos, útiles de aseo y productos infantiles para los necesitados de León. Había que llevarlos a Cáritas. Y entonces llegó Manuel con el coche de su padre. Un coche que precisamente hoy irá al desguace una vez cumplido su cometido.

Mientras vaciábamos su interior para entregar las bolsas a los voluntarios de Cáritas pensaba en que es una noble misión final  para este Rover elegante terminar la vida útil de esa manera. El cochecín ha sido mi compañero de viaje estos últimos meses tras la muerte de su legítimo dueño: mi suegro Lolo.

Recordaba la generosidad que Lolo siempre tuvo en vida y pensé que el destino último del automóvil hacía honor al que fue su conductor durante más de 25 años.

Al final va a resultar que es cierto. Los coches tienen alma. El poso que dejan sus dueños.

Alma de metal.