La grandeza de la Fe que yo profeso es la creencia en que después de las tinieblas, la zozobra, la desazón, esa angustia que corroe el alma y desmadeja el ánimo hay algo que me sustenta. Una mano poderosa que rescata del fango y devuelve el ánimo y la dignidad. Que restablece la sonrisa perdida y vivifica el interior. Devuelve esperanzas. Recupera la confianza tras las distancias que nos vencieron y enaltece nuestra vida resquebrajada por debilidades fruto de inseguridades.
Miro las llagas de ese Cristo que se dejó clavar impunemente pudiendo librarse de todas aquellas terribles angustias a que le sometieron.
Mañana jueves Santo. Si tu lo quieres y yo respondo estaremos juntos, y te agarraré fuerte de la mano creyéndome que te haré favor alguno cuando en realidad , como siempre, serás tú el que me lo harás a mi al sostenerme como siempre lo has hecho.
¡Déjame que vele junto a ti Señor!. Sólo así estaré segura de que me habré ganado esa primavera que me está esperando a la vuelta de la esquina. La misma que un día te esperó a ti devolviendote la VIDA
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