Escribir libera, evade, exorciza.
Pone en peligro la intimidad porque se descuelgan a veces secretos que todos peleamos por esconder.
Pero hay que correr riesgos y dejar fluir para curarse y consolarse.
Para sanarse de heridas y ensoñarse con nostalgias.
Para revivir momentos y aplacar angustias.
Yo quisiera saber escribir poesía como la que escribían los clásicos que son los que más me gustan.
La belleza de lo delicado que sublima al ser humano y lo eleva a las más altas cotas rescatándole de la vulgaridad, de la losa de la cotidianeidad diaria.
Necesito seguir conservando ojos de poeta que extraigan la dulzura que vierten las cosas. No quiero que el hastío y la corrección me roben la luz que desprende lo que yo veo aunque algunos me puedan llamar iluminada. No importa. Ya lo dije antes. Hay que asumir riesgos. Una vida sin un poco de vértigo no merece -pienso - ser vivida. No importa vaciarse si la vida nos regala todos los días agua con la que llenar las tinajas.
¡Que gozoso sería ser poesía, poesía a todas horas! rezumar colores y destilar sonrisas!
...aunque bien pensado la tristeza también tiene su hermosura, ¡la lágrima lenta que surca el rostro limpia y redime tantas cosas!
En la salud y la enfermedad, en las penas y las alegrías, en la riqueza y en la pobreza... regálame poesía...poesía en movimiento.
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