miércoles, 27 de enero de 2016

La niña del violín








      En uno de los Institutos en los que he trabajado tuve la suerte de participar en una brillante iniciativa de uno de los muchos buenos docentes que tenemos en la enseñanza.

   Se trataba de organizar mensualmente durante un recreo del jueves una actividad denominada "recreo poético"
El profesor realizaba una selección de textos en torno a un tema determinado.
Desde el Departamento de Religión quisimos acercar al alumnado la belleza de la Biblia organizando uno de esos eventos con el título Poesía en la Biblia: la alegría del corazón. Procuré  realizar una cuidada selección con aquellos textos que destilan más belleza dentro de este gran libro que es el único hasta la fecha declarado Patrimonio Común de la Humanidad.

   Elegimos entre los textos el Salmo 22 de David. Aquel que comienza "Dios mío, Dios mío ¿por que me has abandonado?". Pretendíamos emular el dolor del pueblo judío ante la barbarie acontecida a manos de Hitler. Una alumna de 4º de ESO se encargó de  la música interpretando con su violín el tema principal de la Banda Sonora de la lista de Schidler compuesta por John Williams. Recuerdo que uno de los apellidos de mi alumna era alemán.

     Ella me contó emocionada que su abuelo era judío alemán  y había estado en Auswitch. Habría muerto de no ser por su talento tocando el violín ya que esta habilidad cayó en gracia a los alemanes por tener su arte para entretenerles en momentos de tedio.

    Parece una historia de película pero no lo es. Estefanía -supongo que no le importará que revele su nombre -tiene a orgullo ser la tercera o cuarta generación que toca el violín y doy fe de que lo hace muy bien. Varios de los  miembros de su familia han hecho de ese bello arte su medio de vida. Seguramente reconocen que en parte le deben la vida a la música que emite este fascinante y embriagador instrumento. Se han decidido entregarse a él de una manera plena. 

   Hoy he vuelto a recordar esta historia. Justo el día en que conmemoramos que hace  71 años las tropas soviéticas irrumpían en medio de aquel horror de Auschwitz. Quedaban liberados judíos, cristianos y otras gentes de diversas nacionalidades y creencias. 

        Al abuelo de Fani le salvó la música de su violín pero otros seis millones de seres humanos no tuvieron esa suerte.

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