¡Apártate, que me estorbas!
Gélida risa de muñeca sin vida.
Doctora muerte.
¡Apártate que estorbas!
Arlequín deslabazado en
nudo eterno.
Y tras la mirada lánguida
de mi niña azul,
el billete de la sombra
se deslizó sobre el vaso de plástico
de la mujer curvada.
Tras el agujero del colorido calcetín de lana
se asomaba el dedo gordo de su pie.
Emergiendo para atraer las miradas
de los otros estorbados.
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