Prefiero hundirme en las profundas profundidades,
en la más inaccesible de las simas.
Prefiero sepultar mis desgastadas cenizas
polvorientas de caminos inexpugnables.
Prefiero soportar el gélido viento
del tedioso monocorde ritmo de los días.
A padecer la racionalidad
cortante y cuerda
de tus sumisos aconteceres.
El cálido hogar mortecino
del helado aliento de tu acomodo.
Eterna despedida
ausencia fría.
Noche turbia.
Reptar triste de criaturas
que agobian y acometen
en la noche de mi sinrazón.
Reptan sin reparos
como tu risa que rasga
poblando de larvas de
hastío este corazón doliente.
Plagas nada más,
entre tu vida
y la mía.
Cucamuertas.
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