miércoles, 18 de marzo de 2020

SI NO LO SUFRO...NO LO CREO


Uno siempre piensa que estas cosas nunca le van a pasar, una también, para ser políticamente correcta con los dictámenes de género.
De repente te encuentras confinada entre cuatro paredes contribuyendo con tu encierro a que mejore la salubridad de tu país y a bajar el índice de mortalidad.
Si no lo sufro no lo creo.
Mientras estudiaba,  unos niños salieron a dibujar con su padre a la pequeña terracita del balcón de enfrente. Se asomaron tímidos a la calle para contemplar una acera que no pueden pisar porque miles de bichos virulentos camparán a sus anchas devorando pulmones y cercenando fuerzas. Me asomé para hablar con ellos y me sonrieron. Con los niños, no con los bichos, con estos últimos cuánto menos se trate mejor. El  padre de los pequeños también se unió a la conversación. Hoy no hubiera hecho eso de no ser por esta situación de aislamiento en la que vivimos sumidos. Las calamidades unen.
Entonces he pensado en Victor E, Frankl. Aquel hombre confinado en un campo de concentración en Auschwitz, y en la pobre Ana Frank, encerrada en su buhardilla  de Amsterdam, y en tantos y tantos seres confinados entre rejas injustamente, y en los niños refugiados, y en las personas desaparecidas, en ese pobre italiano con su hermana muerta a la que ni tan siquiera puede enterrar.
Y he sonreído a mis vecinos   niños que bien abrigadaditos jugaban con un enorme libro de esos que están  sobredimensionados con sus desplegables. Les duchaba un sol tímido que anuncia una Primavera que llegará extrañada a León mirando una calles tan vacías de voces. No hay que buscar temas poéticos cuando la poesía viene de frente.
Sufro un poco.
Pero ellos más, los eternamente confinados, más...


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