Con desdén para ese virus que nos robó la calma.
Nadie hablará de tí cuando hayas muerto.
Habrás sido rey de muerte pero ya no tendrás corona.
Te das un aire al Apocalipsis pero no lo eres.
Nadie logrará abatir nuestra esperanza.
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Aire vírico de marzo
que despeinas la pena.
¡Qué duró abates!
Brisa violenta
virulenta y quebrada.
Arrastras muerte.
Aire de marzo
que clavas estacas
barrotes que cercenan
los pasos
de la caravana silente
que siembra sospecha.
Aire de marzo
que abonas las calles
desiertas por el miedo.
Alarma insálubre
que quiebra sueños
y nos deja expuestos
a nosotros mismos.
Aire de marzo.
¡Qué extraño aúllas!
Suenan clarines
de muerte.
No quería decirlo
pero marzo, con sus aires, me obligó.
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