Fue mi vecina Juanita la que vino a avisarnos de que no había misa de 12 y media así que toda la familia emprendimos carretera y manta para encontrar lugar para misa de 1 donde cumplir el precepto dominical.
Y aquella señora que se metió en la conversación nos puso de mal humor.
Es que el cura acapara demasiado por eso no quiso dar misa ¿por que no deja algo?
Es curioso que siempre hablen los mismos, esos que no aparecen por la parroquia.
Aproximadamente 757 pueblos y menos de 300 sacerdotes en León ¡que más quisieran ellos que llegar a todo buena mujer! Pero era el día del Señor y no quisimos darle pábulo a la mala sangre así que nos dirigimos hacia tierras del Curueño y hete aquí que en la Vecilla se obró el milagro.
En un templo concurrido comenzaba la misa de 1. Rebosante de vida un coro atestado de infantes y jóvenes de todos los tamaños, edades y colores recibía a tres jóvenes presbíteros comcelebrantes. Los asistentes eran en su mayoría feligreses de la Asociación Juvenil Corona y de la Parroquia de la Natividad ambas de Madrid. Llevan varios veranos acampando por separado en estas tierras de la montaña leonesa. Pero este año decidieron ponerse de acuerdo al menos para celebrar la misa dominical. La iglesia bullía de gozo procedente de cantos y algarabía juveniles. Y la música evocó recuerdos de mocedad convocando lágrimas nostalgicas anhelantes de retornos a aquellos días. Y me quede entre ellos renunciando a la comodidad del banco de madera que me esperaba en las primeras filas.
A la salida vi algunos padres de la parroquia de la Natividad que vinieron al campamento con sus hijos. Un padre más o menos de mi edad me confesó también haber llorado durante la misa.
Yo estaba alejado. -Me confesó.Hace un año me confirmé y ahora he vuelto a Cristo. Mientras me hablaba esgrimía una sonrisa fresca, luminosa, soñadora como la de aquellos niños que revoloteaban en la plaza alrededor de un caño del que manaba un chorro abundante de agua fresca.
Y quise ser partícipe de su historia y hacerla mia coloreándola de tonos pastel.
Y soñé con volver a mi estado original. Hacerme niña otra vez para recuperar los colores de la inocencia mientras acudían a mi memoria aquellos versos de D Miguel de Unamuno. Esos que me dice mi madre:
Agranda la puerta Padre
Para que pueda pasar
La hiciste para los niños.
Yo he crecido a mi pesar.
Si no agrandas la puerta
Achícame por piedad
Vuélveme a la edad aquella
En que vivir es soñar.
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