Al fondo el espigón se asoma fisgón a un mar que trae ecos moriscos. Diviso paisanajes diversos.
Enormes tortugas mecánicas de grandes ruedas amarillas reptan por la playa . Sus ocupantes se disponen a disfrutar de su baño matinal. Si no fuera por estos inventos los discapacitados y los ancianos tendrían que quedarse en la arena. Mirando cómo los demás disfrutan de la fiesta acuática mientras ellos solo pueden mirar el baile de las olas. La vida impulsa a apurar cada instante al máximo más allá de cualquier límite. La alegría de vivir que en este lado de la península se percibe con especial intensidad.
Los morenos exhiben su mercancía multicolor compuesta por accesorios de imitación de grandes firmas, conjuntos deportivos de la selecciones futboleras de moda, peluches variados que los niños miran con ojos golosos.
Una mujer en silla de ruedas se detiene ante uno de los puestos.
Ofú, zi fue una caída de ná.
Contesta a uno de ellos. Un hombre de tez morena de un negro ébano que delata su origen senegalés. Acaba de preguntarle a la Mujer de Torrenueva por el motivo de su lesión. Hay afabilidad en sus palabras. Complicidad en los gestos.
Le coñmento a Maria extrañada que nunca había visto cercanía semejante entre culturas tan dispares. Los hombres venidos de África, a lo mejor después de días en pateras aterrizaron en las costas granadinas, sin oficio ni beneficio. Esa relación de buena vecindad y cercanía entre inmigrantes y s
Lugareños. Nunca lo vi en el norte.
Y entonces caigo en la cuenta de que estas gentes de Torrenueva son gente de acogida, abierta al mar, acostumbrada a recibir oleadas extranjeras.
Tienes que conocer a Tongo, un tío excepcional, vive aquí todos los años. La gente le conoce, es uno más. Con esos dientes tan blancos que destacan en medio de un rostro tan negro. Mira que zapatillas le hemos comprado. Nos ha hecho una rebaja. Por cierto vamos pa casa. Le he prometido unos somieresy dentro de un rato irá a recogerlos. El pobre no debe vivir en buenas condiciones. Ya verás que contento se va a poner,
Así son mis amigos Jose y María. Frescura, sencillez, raudales de alegría mezclados de grandes dosis de bondad. Siempre pendientes de esa corte de sus cinco vástagos de distintas edades que requieren sus atenciones. Difícil Lídia la de pelear con adolescencia.
Y todavía les queda tiempo para ocuparse de Tongo, y de sus carencias, y de las necesidades de sus amigos que estos días estamos con ellos.
Pienso que es la generosidad de haber formado una familia numerosa acostumbrada a repartir y compartir la que les hace ser de este modo.
Un sol mediterráneo se cuela por el balcón anunciando la plenitud del verano mientras os cuento estas cosas. Estoy en tierra de acogida donde si asumieron aquella inquietud del maestro Fui extranjeros y me acogisteis. Prenda, que suerte andar por estas tierras ¡la Vin!.
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