Bajaban por la escalera. Ella desinhibida y risueña. Él dominante y contundente. En un momento determinado, sin querer, y motivada por la estrechez del espacio atestado de compañeros que bajaban a su lado en hilera, la muchacha empujó a su novio amigo. Él la propinó un contundente empujón acompañado de una expresión soez adoptando aires dominantes. Como quien siente invadida su intimidad por una presencia inoportuna. Les he observado más veces. Ella solícita y dispuesta. Él fanfarrón y arrogante. Tan sólo tienen 14 años.
Ayer hubo charlas en el instituto.Me tocó asistir a una de ellas con grupos de cuarto de ESO. Fue una suerte. Proyectaron un documental titulado el orden de las cosas. Corto dirigido por dos directores españoles hermanos en 2010 que habla de Julia, una mujer encerrada en una bañera de tristeza y sueños truncados, de violencia y silencios cómplices, del miedo que paraliza a las mujeres maltratadas...Esa imagen de la gota que sale del grifo taladrando el cerebro de los espectadores es recurrente a lo largo del cortometraje. Otra imagen que aparece es la del cinturón como instrumento de sujeción y dominio del protagonista masculino sobre la mujer que permanece, sin abrir la boca, postrada en la bañera. Sólo al final Júlia nada feliz en un mar abierto dejándose mecer por pequeñas olas que sugieren infinitud.
El audiovisual es una llamada a la esperanza y la valentía que interpela a afrontar el valor que sólo es posible reunir gota a gota para poder cambiar el orden de las cosas construyendo una nueva vida.
Me hubiera gustado que mi joven pareja de las escaleras lo hubiera visto. Si son maduros para tener una relación también lo son para aguantar una historia de maltrato y frustración.
No os lo dije. Todo lo que os he contado sucedió el mismo día. El pasado 30 de enero. Celebrábamos en los centros educativos la jornada de La Paz.
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