viernes, 18 de noviembre de 2016

FEVER





Fue con un grupo de cuarto de ESO.

Mientras entraba  en la clase para comenzar la sesión mis ojos no pudieron evitar posarse en una alumna que movía una enorme cartulina rosa bellamente iluminada con fotografías de muchachas jóvenes - entre las que se encontraba ella - exultantes de alegría. Al mirar la cartulina percibí la frescura y lozanía que transmitían aquellas imágenes. Imposible no fijar la vista en aquellos rostros repletos de vida.

.- ¡Qué chulada!...¿y esto Sara?
.- ( Mostrando una franca sonrisa) Es una postal que le hemos hecho a una amiga. Por su cumpleaños. Se la vamos a enviar: ahora vive en La Coruña

No le pedí que me enseñara el contenido por aquello del respeto a la privacidad, pero dentro intuí palabras que rezumaban cariño y nostalgias.

Ahora Sara tendría que acudir a comprar un enorme sobre a la medida de la misiva, terminar su pequeña obra de arte, ir a correos y facturar la carta. Y todo eso le llevaría tiempo.

Tiempo  

Cada vez más valoramos ese preciado tesoro que a medida que pasan los días se consume con mayor celeridad.

Ese tiempo que hoy se encuentra tan herido por la inmediatez que han impuesto las nuevas tecnologías. Esas que tanto engrandecemos porque estimamos que nos lo ahorran aunque nos lo consuma enredados en mensajes, vídeos o chascarrillos virtuales varios que a menudo no nos aportan demasiado.

Y es que el síndrome de la pantallización o el "wasapeo" pugnan por eliminar la artesanía de los minutos y  horas que dejamos de degustar al regalárselas a personas y acontecimientos que muchas veces ni siquiera nos importan aunque finjamos lo contrario.

 Lo momentáneo, superficial y efímero pretenden imponerse. 

Me hace gracia esa palabra que últimamente oigo tanto de sus bocas "postureo", un reciente neologismo acuñado en el ámbito de las redes sociales que aún no ha recibido registro en los diccionarios. Es un sinónimo de simulación o fingimiento. En definitiva el aparentar de toda la vida. 

Necesitamos estar a la última en todo y de todo. Conocer el último chisme mediático que se cuenta en los mentideros, pasar y recibir hasta la saciedad el meme de moda, hartarnos hasta el infinito de soportar las terroríficas cadenas, mantenernos al día de todas las novedades de los mil millones de grupos de whatsup a los que nos hemos esclavizado. Y todo eso nos consume un tiempo que nos dejamos hurtar.

Menos mal que  siempre existen personas y acontecimientos que nos rescatan de esa espiral en la que nos enmarañamos recordándonos que de vez en cuando lo más sencillo es optar por una llamada telefónica y escuchar una bonita canción. Hay voces insustituibles y personas que también lo son.

Por eso, Sara, cuando vi la preciosa postal que elaboraste con tanto mimo para esa amiga que vive por tierras gallegas,  pensé que el mercurio del termómetro del amor que uno tiene a algo o a alguien asciende de manera directamente proporcional al tiempo que le dedicas. Hay personas por las que a lo mejor merece la pena tener siempre fiebre aunque el resultado pueda implicar resfriado continuo... 

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