transcurre todo.
Un hombre sabio con la moldura,
la mano, el codo.
Entre el espanto y la ternura
crece la hiedra.
En sano juicio con la locura,
la flor, la piedra.
Entre el espanto y la ternura
la vida canta.
Una tonada clara y oscura,
profana y santa.
Entre el espanto y la ternura
corre la suerte,
con el abajo y con la altura,
con vida y muerte,
con vida y muerte.
Entre el espanto y la ternura
ayer y hoy día.
Manzanas verdes y las maduras
hay todavía, hay todavía,
hay todavía.
Entre el espanto y la ternura
hora temprana,
trabaja el hombre
entre locura
para mañana, para mañana.
Siempre me gustó esta canción desde adolescente cuando la escuché en el equipo de música de mi hermano Orlando a escondidas cuando no me lo dejaba poner en funcionamiento por aquello de que la hermana pequeña lo estropea todo.
Hoy de manera accidental la recordé y volví a escucharla sorprendiéndome de su belleza y de la realidad que encierran sus versos y que enlazan con la trágica dicotomía del ser humano, aquel del que decía Viktor E. Frankl es el mismo hombre que inventó las cámaras de gas pero que ha sido capaz de entrar en ellas musitando una oración.
No hay comentarios:
Publicar un comentario