jueves, 4 de junio de 2020

CONSUMICIÓN PAGADA



En una terraza, en la plaza Mayor de Madrid dos hombres conversan en una terraza. Se inicia una acalorada discusión. 

Diles que dejen de preguntar por mi ¡joder!
Los culpables fueron ellos. O al menos eso me parece a mí por mucho que mi mujer opine lo contrario.  Pervirtieron las órdenes. Pasearon  a mi lado exhalando aires de muerte. Los mismos que me contaminaron a mí y la mataron a ella. A golpe de caceroladas estériles. Envueltos en banderas cómplices. Tiroteando  al atardecer con sus voces acuosas y su aliento pestilente. Pidiendo la sangre de los que la tienen mezclada.
Yo paseaba inocente, aspirando un aire que añoraba aquellos días  cuando  el virus  secuestró nuestra  normalidad rutinaria con sus fauces mortales y sepultó nuestras sonrisas detrás de estas jodidas mascarillas verdes como la piel de las serpientes venenosas que envenenan casi solo con la mirada. Sus babas  volvieron a matar con verbos. Y a fusilar con sus gritos de alarma resucitando a los fantasmas de la guerra. Pero se olvidaron de una cosa. El aire, que también es asesino, tiene memoria.

¡Calla cobarde! los rojos siempre igual. Yendo de justos por la vida. La cultura es vuestra y el que no piense como vosotros es malo. Si soy de derechas ya soy malo, si me gusta la bandera soy peor y si defiendo lo mío soy un racista de mierda. Yo lucho por lo que es justo, Stalin. Y trabajo para levantar un país que pretenden derribar todos estos ideólogos de mierda que no han trabajado en su vida. Los muertos de la guerrra fueron de todos, no solo los vuestros. Pero ahí no voy a entrar porque me enveneno. No merece la pena tirar balas al a
ire, no vaya a ser que además de con la memoria se queden también con nuestra municiones. 
Ahí te dejo...pagada la consumición.

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