Doctores en desatinos.
Por Marta Redondo para la Nueva Crónica.
Sábado 1 de febrero de 2020.
Cuando me contaron lo que aquellos ojos envueltos en niebla escondían detrás, sentí como si sobrevolara el nido del cuco o tal vez bajara precipitadamente por unas escaleras huyendo de las histriónicas risotadas de Joker. Por su edad ella podría haber sido mi alumna.
Al recibir esa encuesta que pretende diagnosticar las necesidades de formación de los docentes en materia de trastornos psicológicos del alumnado he vuelto a recordarla. El citado estudio, en un derroche de obviedad sin precedentes, concluye que tales anomalías pueden suponer un claro impacto en el proceso de enseñanza-aprendizaje e integración de la persona. Asimismo enumera, en orden a que los identifiquemos en nuestro entorno, los grupos de trastornos incluidos en el DSM-5: un Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales. Vademécum de referencia.
Con lapicero en mano, he querido contrastarlo con mi panorama diario.
Se han encendido todas las alarmas: lo tradicionalmente atípico es ahora acostumbrado. Nos preguntan porcentajes de trastornos de alimentación y recuerdas a los tres o cuatro diarios que te han dicho que han venido sin desayunar o incluso sin cenar, o los del sueño-vigilia, y entonces te percatas de que Jaime te dijo que se había “tirado” jugando al fornite hasta las 3 de la mañana. Aparecen asimismo los traumas y otros trastornos relacionados con factores de estrés y entonces surge Pablo, que con un folio enrollado en la cabeza, a modo de unicornio, abrió la puerta de la clase y se puso a dar gritos por el pasillo. Ese día no se había tomado el ansiolítico, pero claro, ese día también había llegado tarde porque había acompañado a su madre al juzgado para protegerla de un padre al que Pablo llevaba sin ver 5 años, y la última vez que lo vio fue borracho. Completan el elenco perturbador los trastornos de abuso de sustancias y adicciones o los disociativos que provocan desconexión entre pensamientos y recuerdos. Y de nuevo rugen esas miradas rotas que albergan rencores y repudio. La de Irene, que soltó como una bomba lo de sus abusos en medio de una clase. Trastornos del impulso y control de la conducta disruptiva, alteraciones de la memoria y la atención, trastornos varios de personalidad. Una locura.
Avanzada la lectura llega un momento en que ya no sabes si pensar solo en alumnos o sugerir un chequeo de salud mental universal.
Recuerdo también aquello que me dijeron de que el error es la base del aprendizaje.
No hay comentarios:
Publicar un comentario