Sabe a poco
Por Marta Redondo para el Espejo De la Iglesia. Cadena COPE León.
Emitido el Viernes 29 de noviembre
Sucedió recientemente.
Siempre comenzamos la clase con una oración. Breve por aquello de que de ese modo será dos veces buena. Es un momento de recogimiento. Les ayuda también a centrarse en el trabajo y a percatarse de la importancia de lo que vamos a emprender.
Saben que el momento es optativo, nunca se puede obligar a nadie a rezar, pero nunca viene mal. Yo siempre les digo que el que quiera que rece, se que hay algunos que no practican, otros no conocen ninguna oración y también hay alumnos musulmanes que asisten a católica y rezan en sus casas a distintas horas del día. El alumnado de las clases de religión católica es curiosamente variopinto.
Una niña alzó su voz.
Profe es que la señal De la Cruz y ese Jesus confío en ti no es suficiente. Sabe a poco.
Yo propongo que recemos un padre nuestro.
En ese momento me pasaron por la cabeza muchas cosas. Las quejas de los sospechosos, las conspiraciones de los insatisfechos, la incomprensión inexplicable de los que mejor deberían entender que en un contexto como este. Las interpretaciones cicateras de los que siempre andan con la lupa puesta. El asunto bien podría generar controversias.
Pero en educación trabajamos por competencias. Eso conlleva siempre una saber práctico. Y la meditación compartida con el que más nos quiere no deja de ser una buena práctica asociada además a esa inteligencia espiritual que, entre otras, trabajamos en la clase de religión.
Antes de que yo pudiera pronunciarme ante la sugerencia de Sofía la asertiva alumna siguió con sus argumentos para convencernos de que lo de rezar el Padre Nuestro al principio de las clases es un asunto de trascendencia.
Mira profe lo podemos votar.
Preguntamos votos a favor de rezar, abstenciones y votos en contra.
Realizada la votación entre 20 15 levantaron la mano, 1 se abstuvo, Nadie votó en contra. El resto simplemente no se definieron.
El resultado fue mayoría absoluta en favor del Padrenuestro al inicio de clase.
Convincente Sofía. Y sabia, quien la bautizó bien supo elegir su nombre.
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