viernes, 9 de noviembre de 2018

ASIA BIBI

La pasada semana recibíamos la  alegría.
Asía Bibi había sido absuelta por el Tribunal Supremo de Pakistán por el delito de blasfemia.
Llevaba confinada en un calabozo desde el 2010. India de la casta de los dalit, la más baja de todas, residía en una aldea junto a su marido y sus tres hijos siendo la única familia Cristiana. Un día durante la jornada laboral cometió la tropelía de beber agua de un pozo destinado a los musulmanes. Uno de los testigos la increpó y alentó a una multitud que la apaleó. Tras dejarla mal herida acudieron  a denunciarla. Fue condenada y sentenciada a la horca por delito de blasfemia aunque se le dió la posibilidad de renegar de su Fe Cristiana.
Desde entonces en varias ocasiones han llegado noticias de su inminente ejecución. Pero sorprendentemente las presiones internacionales procedentes de organizaciones no gubernamentales de distintos  signos han conseguido frenar su muerte.
Durante estos alargos años tuvimos ocasión de conocer el contenido de una carta que dirigió a su familia compuesta por su marido y cinco hijos a los que da ánimos para no perder nunca la fe y la esperanza.
Hijos míos, (...) papá y yo hemos tenido siempre el deseo supremo de ser felices y de haceros felices, aun cuando la vida no es fácil todos los días. Somos cristianos y pobres, pero nuestra familia es un sol. Me habría gustado tanto veros crecer, seguir educándoos y hacer de vosotros personas honestas… ¡y lo seréis! (...) No sé todavía cuándo me cuelgan, pero estad tranquilos, amores míos, iré con la cabeza bien alta, sin miedo, porque estaré en compañía de Nuestro Señor y con la Virgen María, que me acogerán en sus brazos. 
Parece que las presiones internacionales y la justicia por fin se habían impuesto pero las últimas noticias nos dicen que el  gobierno tras dos días de protestas se ha arrugado: ¡ha prohibido a Aasia que abandone el país y ha solicitado al Tribunal Supremo que revise su sentencia absolutoria! Así que Aasia sigue en la cárcel, a la espera de que su caso sea revisado otra vez por el Supremo. Mientras en las calles los extremistas piden su ejecución.
Pero estoy segura de que Asía sigue rezando firme y tranquila con esa luz de la fe que la impulsa a seguir adelante. 
Oramos por ella y su familia 


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NARANJAS DE ESPERANZA