lunes, 13 de agosto de 2018

MI MUÑECA. Primera parte





Cuento ganador del IV Concurso de Literatura y poesía de la Asociación Cultural de Naredo de Fenar. Ayuntamiento de Matallana de Torío.

MI MUÑECA

Primera parte


¡Pero por qué no la dejan en paz!
¡No es más que una chiquilla para la que no mira nadie!
¡Estos equipos directivos no saben imponerse de otra manera que a golpe de partes disciplinarios!
Mientras, a través de la abertura de su bolso, volví a ver a la pequeña muñeca rubia que  abría y cerraba los ojos al compás de airado vaivén de la profesora de lengua y literatura española.
Asiduamente, Tara y yo hacíamos un receso sacando un café de la máquina de la Sala de profesores. Aquella mañana mi compañera estaba especialmente enfadada por el rumor de la posible expulsión de Leyre, una alumna díscola siempre en líos. Esta vez decían que andaba complicada en  asuntos de trapicheo de drogas en el instituto.

.- Yo también era rebelde - empatizaba mi rubia colega - y era fácil de creer a juzgar por el tono de su protesta que delataba cierto carácter indómito.

.- Son los resabios de haber vivido casi toda mi vida en un agreste barrio londinense – se justificó Tara. Territorio del célebre destripador de Yorshire, Violeta. Lo cuenta el perspicaz Sherlock en una de sus inolvidables novelas.

.- Elemental querida Tara - bromeé - , a aquellas alturas de curso se agradecía cualquier gesto que aligerara el  ambiente de las aulas ya muy enrarecido por la convivencia que desgasta. Por cierto, -añadí extrañada- no acabo de  entender cómo con tales antecedentes en el idioma inglés te decantaras por enseñar los principios de la lengua de Cervantes. 

.- Pues debe ser porque irme a vivir allí quizá no fuera la mejor idea. Y de pronto su voz sé ensombreció.  Bueno…vamos al pasillo antes de que toque el timbre ya sabes que luego hay quejas.

 Me dio la sensación de que mi pregunta había tocado un punto altamente sensible. Pero en eso Tara, a menudo, si exhibía cierta flema británica. No obstante aquella calurosa jornada percibí en ella deseos de confidencias.

Los lunes ambas compartíamos guardia a cuarta hora de la mañana por lo que recorríamos juntas el pasillo de primero de la ESO procurando calmar la horda de adolescentes primerizos que a tales alturas del curso, agotado el mes de junio, se habían tornado en hordas indomables. Nuestro trabajo era pacificarlos para que la clase del profesor siguiente no fuera una misión imposible.

.- Oye Tara tengo una curiosidad. Puedes no contestarme si quieres pero no puedo resistirme. ¿ Por que llevas una muñeca siempre dentro de tus bolsos?

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