Todos los finales deberían ser felices del mismo modo que todas las primaveras deberían ser eternas. No estamos preparados para el dolor. Escozor que quema las entrañas y secuestra el alma.
Veo tus ojos negros, vivarachos, sedientos de experiencias. Veo tus manos ávidas de apertura.
Soñabas con explorar universos y surcar horizontes al lado de tus alumnos al ritmo trepidante de esa fe ciega en todo y todos.
Una fe que no pudo alimentar tu esperanza.
La esperanza que te abandonó.
Triste final envuelto en lágrimas de sangre que sirvieron de tálamo a tu desesperación.
Se fueron los colores que envolvían tus sueños.
Pero dejaste una estela de luz que venció la oscuridad que nos ha dejado tu pena.
Todos los finales son felices querida amiga. Y tu eres eterna. De ese modo fuiste diseñada.
Querida mentora, gracias por empoderarme.
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