Humano.
Ante una Iglesia de San Froilán abarrotada de fieles celebrábamos el comienzo de la Cuaresma este miércoles de Ceniza a las 20 horas. Al final de la misma, la cofradía del Santo Sepulcro presentaba oficialmente su cartel de la Semana Santa con la hermosa imagen de la Virgen de la Luz.
D. Guillermo Álvarez, el sacerdote celebrante, en una emotiva homilía nos recordaba el ayuno, la oración, y la limosna, pilares cuaresmales fundamentales así como los orígenes de esa palabra que nos define: humanos. Ser humano. Una hermosa palabra cargada de matices. Dignidad que ostentamos por obra y gracia del que nos diseñó para serlo. Tan relacionada con el término latín humus, explicaba D Guillermo, tierra. La que nos configura desde nuestra existencia y nos espera para el descanso eterno. El terruño que provoca nostalgias y por cuya posesión se desencadenan cruentas guerras como la que nos encoge el corazón de esta vieja Europa tan herida.
Ser humano. Nuestra seña de identidad, terrosos como el útero de vida que nos alberga y alimenta, sobre la que proyectamos nuestras vivencias y sueños, los avatares de la vida, que es montaña sobre la que proyectar miradas y valle que recoge las lágrimas. Sustancia inherente a nuestra condición humana. Receptora del agua sanadora del cielo. Tierra fértil, patria de frutos y demás dones divinos. Escenario donde comenzó nuestra andadura humana: el paraíso. El que siempre deseamos recuperar. Tierra de paz. Al Dios de la vida le pedimos que sea ella la que vuelva a reinar en todo rincón donde habite cada ser humano.
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