viernes, 28 de agosto de 2020

VER MORIR LA TARDE



Mientras lloraba la tarde

 desandábamosmos  la tristeza de los caminos.

En un otoño adelantado escuchábamos

 distantes.  A tal tiempo  los poetas recitaban 

versos enmascarados  en una plaza.

Y a tal tiempo  el rugido de la nube  acechaba

también, temiendo el alarido en la tarde

que se enredaba hueco.

Flotaba ingrávido

en un  sinsentido no sentido.

El que ahora rasga, rompe y desnuda.

Cercena, arrasa, desgarra.

Se quedó estático y burlón.

Empeño vano el mantener

el temple destemplado, 

huir de la incertidumbre 

que atenaza el presente y amenaza 

con abordar el futuro.

Famélica risa 

prefabricada en la quimera

de lo imposible

que avanza devorando todo

lo que encuentra a su paso.

Y deja sembrada simiente 

de lágrimas.

No queda más.

Que eso.

Rodaron las manzanas 

y se llenaron de cocos.

Sepultaron las mariposas 

y se hizo tarde para ver morir la tarde.






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NARANJAS DE ESPERANZA