sábado, 19 de enero de 2019

RECORDANDO LA HISTORIA

    Andamos de cine Espiritual esta semana. Por eso me he animado a trabajar con ellos una de las películas que la organización de la actividad cinematográfica ha propuesto para trabajar con alumnos de secundaria y Bachillerato. La bolsa de canicas es una historia basada en hechos reales que narra las peripecias de una familia francesa judía compuesta por un matrimonio y sus cuatro hijos. Debido a la ocupación alemana los dos pequeños Joseph y Marie, de 10 y 12 años respectivamente se ven obligados a separarse de sus padres para huir a territorio libre de las funestas huestes del III Reich alemán. Los niños atraviesan situaciones muy duras para poder garantizar su superviviencia.

  La historia ha sido pretexto perfecto para hablarles del holocausto judío, materia que el propio Real Decreto que establece el currículo básico de la ESO y Bachillerato establece como contenido insoslayable de cualquier programación docente. Por eso nunca debe resultar  cansino incidir en uno de los acontecimientos que más deberían abochornar a la humanidad. 

Aún hay alumnos que ni siquiera saben escribir el nombre de Hitler.

   Cuando les anuncié la película que íbamos a ver un par de alumnos se empeñaron en contar chistes de judíos, seguramente de esos que circulan por las redes sociales para divertimento de los desocupados. Se lo impedí explicándoles que un episodio histórico que ha causado el exterminio de seis millones de personas nunca puede servir de mofa.

   Podemos reírnos de mil cosas chavales, pero no del sufrimiento de un pueblo. 

Completé la clase con algunos datos históricos y mostrándoles algunas fotos de Auschwitz, triste campo de concentración que tuve la ocasión de visitar cuando acudí a la JMJ a Polonia: los largos pabellones que ocultaban las cámaras de gas, los estanques de cenizas, la celda donde rezó el Papa Francisco recordando al sacerdote polaco Maximiliano Kolbe que cambió   su vida por la de un padre de familia salvándole de una muerte segura.

    Sorprende escuchar a algunos alumnos hablando  con cierta admiración de la ideología nazi como preocupan algunas actitudes de rechazo al extranjero que se siguen constatando en las aulas.  

   Por ello resulta necesario incidir en el conocimiento de la historia. De ese modo al menos sabrán la verdad y no podrán hablar desde la ignorancia. Si hay algo que he aprendido en estos años de profesión es que en educación nunca se debe dar nada por supuesto.

Los que se olvidan de la historia están condenados a repetirla.

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